Esta y otras preguntas resultan casi imposibles de responder, sobre todo si nos encontramos ante la visión de una pieza de arte de Marcus Yakovlevich Rothkowitz, nombre del artista ruso en el año de 1903, hoy conocido como Mark Rothko, quien hasta al final de la década de los 40, cambia su expresión que va del escenario urbano de la Rusia que lo vio nacer, hasta surrealismos con los que pretendía expresar la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.
Haciendo referencia a la vida del artista, no nos parecerá extraño, que heredase las costumbres de Rusia de todos los tiempos, en dónde el alcohol es parte de un día a día gélido sobretodo durante el largo invierno.
Es necesario ponerle algo de calor al corazón, ese calor que para los latinos resulta natural y en dónde los rojos, naranjas e incluso el rosado pintan atardeceres aun en el invierno de las costas de México.
Rothko nació en Rusia, y en su ADN encontramos esa fascinación por los sentimientos, lo rojo que puede ponerse un corazón después de algunos tragos, con la mirada del ser amado o simplemente recordando algo que produce coraje, sopor o extrema alegría.
Así es como va tomando forma dentro del artista, que no pretende otra cosa que el fin último del arte; hacernos sentir, sentir lo que sea, amor, pasión, asco, repulsión, ganas de salir corriendo no importa; en la inmensa definición de arte que me di a la tarea de buscar al realizar mi tesis de la Licenciatura en Diseño Textil encontré lo que no creí encontrar; no hay tal cosa, es imposible definir la palabra arte con lo cual me las arreglé para fundamentar la descripción de “arte” ya que se me ocurrió la brillante idea de incluirla en el título de dicho trabajo…. “El papel del textil indígena en el Arte” porqué no? Ahora te toca definir lo que es el arte….
Al encontrarme entre las miles de definiciones, las acepciones actuales, no tan actuales y antiguas pude describir el arte como; “Aquella expresión que nace del artista, y que te hace sentir”. Sentir que? Lo que sea, te hace sentir. Y de esa manera convencí a mis sinodales de la licenciatura que lo que sea que les haga sentir algo califica de arte.
Lo que ya no les dije es; que hay de sentimientos a sentimientos y de expresiones de arte a expresiones artísticas pero eso lo dejamos para cuando hablé con mis maestros valga la redundancia, de la Maestría.
Vuelvo a Mark Rothko; una vez buscada esa descripción me quedé tranquila y confieso que sin haber tenido la vivencia, – aunque yo creía que de alguna manera al ser estudiante de arte, sí- fue cuando tuve la oportunidad de visitar el Museo de Arte Moderno (MOMA) en San Francisco California; entré al lugar que estaba por ser remodelado con la confianza de quien por estudiarlo, cree que ya lo conoce todo por lo menos de referencia y ahí me enfrenté a Rothko.
Afortunadamente había una banca en la que pude sentarme, aún no sabía porque el artista había pedido que su obra se exhibiera sola, monumental impávida, maravillosa, bloques de mis colores más amados se enfrentaban a mi y me hablaron… hice algo que hoy en día con tantos distractores en redes sociales y colores de los teléfonos móviles casi no hacemos… logré el contacto.
Ese contacto conmigo, con el corazón que me latía con fuerza, con el color, con cada una de las capas que yo sabía en la teoría que el artista usó al realizar cada una de sus creaciones y así me adentré a mis propias entrañas, traspasé capa por capa… la primera la más fácil esa que sólo dice wooow y que con eso no queda ni mal ni bien, sino todo lo contrario como dice mi padre.
Pero, aún había más y así me encontré de todo, pasión, coraje, enojo conmigo misma por no haber hecho más en tal o cual situación, compasión por quienes sentí que en algún momento me han herido, era un torbellino de emociones que se resumían en dos bloques de color inmensos en dónde predominaba el blanco.
Y cómo no! Si el blanco lo es todo, son todos los colores no sólo los que son, sino los que pueden ser… así como si nada me entero que el color negro, al que he recurrido para salvar alguna de mis intentonas de hacer arte e incluso al vestir para “no errar” no es otra cosa que la ausencia de color… nada, ninguno, niente!
Hoy estoy cambiando, le voy a entrar más al blanco, al que me da la posibilidad de ser todo, cualquier color, cualquier sentimiento y lo más importante hacer contacto….
La invitación es cuando se enfrenten a una pieza de arte, ya sea en un póster, ilustación, libro, internet o si tienen la dicha de mirarla en vivo en algún museo y esta pieza tiene la firma Mark Rothko, mírenla, esperen y soporten cualquier sentimiento que les venga al alma, no salgan corriendo, cuando no se puede ir fuera hay que ir dentro, seguro que el arte les quiere comunicar algo.