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lunes, marzo 31, 2025

Una Reseña de Abundance: The New Left and the Future of Progress de Ezra Klein y Derek Thompson

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Abundance: The New Left and the Future of Progress escrito por Ezra Klein y Derek Thompson llega en un momento de profunda incertidumbre política y económica, buscando reformular la política progresista en torno a una visión de expansión tecnológica y material en lugar de la escasez y la redistribución. Klein, cofundador de Vox y columnista del New York Times, se basa en un rico tapiz de teoría política, análisis económico y estudios de casos de políticas públicas para argumentar que la izquierda contemporánea se ha centrado excesivamente en los límites—ya sean ambientales, burocráticos o fiscales—en detrimento de una agenda más audaz y orientada hacia el futuro. En su visión, la izquierda debe recuperar su compromiso histórico con el progreso material expansivo, una posición que desafía tanto la tecnocracia neoliberal como la inercia regulatoria de la gobernanza moderna. 

El argumento de Klein y Thompson se basa en una lectura histórica del progresismo. Contrasta la “mentalidad de abundancia” del liberalismo de mediados del siglo XX—ejemplificado por el New Deal de FDR y la Gran Sociedad de LBJ—con el escepticismo actual de la izquierda hacia la expansión a gran escala de la infraestructura, la tecnología y la economía. Citando al teórico político John Kenneth Galbraith en The Affluent Society, Klein sugiere que generaciones anteriores de liberales veían el crecimiento económico como la clave para garantizar tanto la justicia social como la estabilidad política. Hoy, sin embargo, argumenta que “la izquierda ha absorbido una mentalidad de escasez, a menudo viendo la expansión económica como una fuente de desigualdad en lugar de un medio para aliviarla”. 

Uno de los principales objetivos de Klein y Thompson es lo que él llama “vetocracia”, un término tomado del politólogo Francis Fukuyama. En este marco, la gobernanza moderna—particularmente en Estados Unidos—se ha paralizado debido a obstáculos procesales, litigios y esclerosis regulatoria. Citando el trabajo de Steven Teles sobre la “kludgeocracia” del gobierno estadounidense, Klein detalla cómo revisiones ambientales bien intencionadas, el poder de veto local y estructuras de autoridad fragmentadas han ralentizado el desarrollo esencial de infraestructura y vivienda hasta un punto crítico Por ejemplo, destaca los retrasos de décadas en la construcción del tren de alta velocidad en California como un emblema de las restricciones autoimpuestas por la izquierda: “No es que carezcamos del dinero o la tecnología; es que hemos construido un sistema diseñado para decir ‘no’ en lugar de ‘cómo'”. 

El análisis de Klein y Thompson sobre la política climática es particularmente provocador. Critica la tendencia de la izquierda a enmarcar el ambientalismo como una política de austeridad en lugar de una de expansión. Basándose en el trabajo de académicos como Mariana Mazzucato, Klein y Thompson argumentan que la descarbonización debería considerarse como una oportunidad para una inversión industrial masiva en lugar de simplemente una restricción al consumo de combustibles fósiles. Alaba la Ley de Reducción de la Inflación como un raro ejemplo de una política centrada en la abundancia, una que “abraza la lógica de la inversión dirigida por el Estado para acelerar una transición que los mercados por sí solos no han logrado lograr”. Aquí, su argumento se alinea con el “progresismo del lado de la oferta” promovido por economistas como Noah Smith, quien ha enfatizado el papel de la intervención estatal para impulsar la producción en lugar de simplemente regular la demanda. 

Sin embargo, la visión de abundancia de Klein y Thompson no está exenta de tensiones. Mientras pide una izquierda que abrace el optimismo tecnológico y la capacidad estatal, no es tan claro en cómo superar las profundas divisiones ideológicas que configuran la gobernanza contemporánea. Reconoce, por ejemplo, que la oposición a la expansión de la vivienda a menudo proviene de dentro de las propias coaliciones progresistas, donde ambientalistas y activistas locales resisten proyectos a gran escala. Además, su entusiasmo por la expansión económica impulsada por el Estado plantea preguntas sobre qué instituciones deberían ser confiables para liderar este cambio. Si la inercia burocrática es un obstáculo primordial para la abundancia, ¿se puede confiar en las mismas burocracias para desmantelar sus propias restricciones? 

Además, el argumento del libro corre el riesgo de subestimar las desigualdades estructurales que condicionan el acceso a la abundancia. Si bien critica de manera persuasiva las barreras regulatorias y procesales a la expansión económica, su fe en el progreso material como una fuerza igualadora no siempre está bien fundamentada. Críticos como Adolph Reed han argumentado que el crecimiento económico no se traduce automáticamente en justicia económica generalizada; sin mecanismos redistributivos, la “abundancia” puede simplemente reforzar las jerarquías existentes. Los autores reconocen estas preocupaciones, argumentando que “la abundancia sin inclusión no es progreso, es solo aceleración”, pero sus prescripciones de políticas tienden más hacia la expansión del lado de la oferta que a la redistribución explícita. 

A pesar de estas críticas, Abundance puede leerse como una contribución importante al pensamiento político contemporáneo. Ofrece un contrapunto convincente tanto al pesimismo de la izquierda como al repliegue de la derecha, imaginando un futuro en el que el Estado no sea solo un regulador, sino un motor del progreso material.  

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