El próximo debate entre Kamala Harris y Donald Trump promete ser un momento decisivo en la carrera hacia noviembre. Aunque Trump tiene una amplia experiencia en debates (este será su séptimo), su tendencia a los ataques personales y su preparación mínima podrían jugar en su contra. Harris, aunque menos experimentada en
debates presidenciales, cuenta con una ventaja
clave: su estilo agudo y directo como exfiscal. En
el Senado, su capacidad para interrogar a los nominados a la Corte Suprema demostró su habilidad para desmantelar argumentos con precisión,
lo que podría ser crucial frente al comportamiento a menudo impredecible y agresivo de Trump. Kavanaugh incluso lloró al ser cuestionado por la
entonces senadora, al sentirse incapaz de responder a las acusaciones. Todo Estados Unidos —y buena parte del mundo, de hecho— estarán pendientes de esos minutos cruciales en el que apunta a ser el único debate de la campaña electoral.
Los expertos sugieren que Harris podría aprovechar esta oportunidad para desestabilizar a Trump, quien aún no ha encontrado una estrategia efectiva para atacarla. Además, se informa que ha realizado una preparación exhaustiva,
posiblemente con el consejo de Hillary Clinton,
lo que contrasta con la aproximación más improvisada de Trump. Esta preparación podría permitirle mantenerse firme y enfocada en las políticas,
mientras que Trump podría verse atrapado en su
propio estilo agresivo, especialmente si se siente acorralado. Hilary también en apariencia le aconsejó a Harris cómo desesperar a Trump, alguien que fácilmente se sale de sus casillas.
El debate no solo será un espectáculo político,
sino un momento clave que podría influir en los
votantes indecisos. Si Harris maneja bien las bajas trampas de Trump, podría atraer a aquellos cansados de su retórica divisiva, especialmente
en un momento donde la fatiga política es alta.
Recientemente una de las figuras más conservadoras del Partido Republicano, Dick Cheney afirmó junto con su hija votará por Harris para
salvar la república y la democracia. Por otro lado,
un desempeño sólido de Trump podría afianzar
su base y atraer a votantes preocupados por temas como la economía y la inmigración. Las últimas encuestas muestran, increíblemente, que
Trump sigue siendo favorecido en términos de
economía y migración y solo Harris es favorecida por los temas de derechos reproductivos. Los siete estados bisagra están cerradísimos en las
encuestas, todas en el margen de error, entre los
dos candidatos. Sería terrible que unos cuantos
electores en unos cuantos estados decidan el futuro del país. Hilary ganó el voto popular por más de tres millones de votos, Biden por seis y apenas
le alcanzó por poco para el triunfo, debido al antiguo sistema electoral estadounidense. Algunos analistas como Nate Silver, de quien hemos hablado aquí, han recientemente mostrado con sus modelos matemáticos que Trump sigue teniendo
60 por ciento de posibilidades obtener el triunfo. Alan Lichtman, el historiador que ha predicho correctamente 9 de las 10 últimas elecciones (él
dice que las 10, pues le dio el triunfo a Alan Gore,
quien a su juicio realmente ganó), afirma que es
Kamala Harris quien históricamente será la primera presidenta de Estados Unidos. La campaña de Harris no se confía y todo el arsenal (además
del debate) se ha concentrado en Pensilvania,
con sus 19 electores, el estado que decidirá probablemente el resultado final. Otro analista ha dicho que en 75 años ninguna campaña electoral
había estado tan cerrada: ni un día con más de cinco puntos de ventaja entre los candidatos (antes y después de la salida de Biden). Otros afirman que el crecimiento exponencial de Harris se ha estancado ya.
Los debates también pueden impactar el entusiasmo de los votantes. Un desempeño fuerte de Harris podría energizar a sus seguidores,
especialmente entre los jóvenes y minorías. Sin
embargo, si Trump evita grandes errores, podría
consolidar su atractivo entre aquellos frustrados
con la administración actual.
Aunque algunos piensan que los debates no
siempre tienen consecuencias directas, la historia ha demostrado que un buen o mal desempeño puede tener un impacto duradero en la elección.
Por ejemplo, un mal debate al inicio del ciclo sacó
a Biden de la carrera en 2020, lo que subraya la
importancia de este enfrentamiento en particular.
Con tanto en juego, este enfrentamiento crucial
podría marcar el momento en que el equilibrio de
poder en esta elección finalmente se incline hacia un lado u otro.