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jueves, noviembre 21, 2024

Steve Bannon y la ciudadanía lobotomizada

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“El fascismo siempre nace de un espíritu provincial, de una falta de conocimiento de los problemas reales y del
rechazo de las personas, ya sea por pereza, prejuicio, avaricia o ignorancia, para dar un significado más profundo a sus vidas. Aún peor, se jactan de su ignorancia y buscan el éxito para ellos mismos o para su grupo a través
de la presunción, afirmaciones sin fundamentos y una falsa exhibición de buenas cualidades, en lugar de apelar a
la verdadera capacidad, experiencia o reflexión cultural.

“El fascismo no puede ser combatido si no reconocemos que es simplemente el lado estúpido, patético y frustrado
de nosotros mismos del cual debemos avergonzar.”

 

Federico Fellini: En conversación con Natalia Ginzburg.

 

 

El New York Times publicó una reciente conversación entre David Brooks y Steve Bannon, donde el articulista conservador entrevistó azorado al ideólogo populista. En Twitter, de inmediato hubo críticas a darle tanta importancia a Bannon en un periódico con tal base de lectores. Joyce Carol Oates, inteligentemente replicó que era importante encontrarse con las ideas, aunque simples, de gran repercusión, del conductor del programa Cuarto de guerra. Escuchar la propuesta de un populismo que está basado en el ultranacionalismo y la expulsión de migrantes, que, en palabras de la gran escritora,
reduce a sus seguidores a una minoría de edad política o, peor aún, a una ciudadanía lobotomizada.

¿Qué es lo que dice Bannon en la polémica entrevista, a grandes rasgos? En primera instancia asume la victoria inminente del populismo global y describe su auge como una reacción contra las élites gobernantes occidentales, que, según él, han perdido la confianza en sus propios países y en el sistema estatal-nacional. Este fenómeno se manifiesta en el éxito de líderes y movimientos populistas en diversos países como el Reino Unido, Francia, Alemania, Países Bajos, Italia y en algunos países de América Latina.

Para Bannon, maniqueo, sólo hay el pueblo y las élites. Por supuesto critica a las élites, acusándolas de estar desconectadas de las experiencias vividas por la gente común. Según él, las élites han perdido la fe en la civilización occidental, lo que ha llevado a una falta de confianza y autodesprecio. De allí la necesidad desde su punto de vista de un programa como Cuarto de guerra. Bannon no se considera un periodista, sino un estratega de la “revolución populista”. Su programa tiene como objetivo motivar y movilizar a las personas, a las que llama “soldados de infantería” en su “Ejército de los Despertados”.

Bannon, quien acaba de ingresar como mártir de su movimiento a la prisión por tres meses, es fundamental en una oposición a los neoconservadores y neoliberales. Ve a figuras como Rupert Murdoch y medios como Fox News como enemigos mayores que los medios liberales. Los acusa de ser “oposición controlada” que no busca cambios fundamentales y solo ofrece distracciones superficiales.

La inmigración y el gasto público son vistos como síntomas de la falta de confianza de las élites en su propia cultura y civilización. Bannon aboga por una reducción drástica de estudiantes extranjeros en las universidades estadounidenses para promover una mayor inclusión de las minorías en sectores clave como Silicon Valley. Incluso dice que al graduarse deberán recibir una visa de salida e irse a sus países.

La comparación inicial de David Brooks que dice sentirse como si estuviera hablando con León Trotsky, sugiere una visión de Bannon como un revolucionario moderno, aunque desde una postura populista de derecha. Esta caracterización subraya la naturaleza radical de las ideas de Bannon y su intención de desestabilizar el orden establecido. La metáfora es exagerada, por supuesto, pero pone el dedo en una llaga: Bannon es un cruzado que cree en su movimiento, algo que Trump no encarna. De hecho, se deja entrever que Trump es útil al movimiento, pero no entiende la verdadera ideología MAGA.

Bannon en su megalomanía se presenta como un visionario que ha contribuido significativamente al auge del populismo global. Sin embargo, su retórica se basa en gran medida en una dicotomía simplista entre “el pueblo” y “las élites”. La caracterización de las élites como totalmente desconectadas y autodespreciativas puede ser una exageración que no reconoce la complejidad y diversidad de las opiniones y acciones dentro de estos grupos que tampoco existe de manera estanca.

La crítica a las élites y la promoción de un “Ejército de los Despertados” refleja una estrategia populista clásica de movilización de masas mediante la creación de un enemigo común. Sin embargo, esto también puede fomentar una polarización peligrosa y simplista, que puede obstaculizar el diálogo constructivo y la búsqueda de soluciones integrales a problemas complejos. El enfoque en la inmigración y el gasto como problemas centrales no deja de ser problemático. Si bien estos temas son relevantes y preocupan a muchos, la simplificación de estos problemas y la propuesta de soluciones drásticas, como la reducción de estudiantes extranjeros, o regresar a todos los migrantes a sus países ignora las posibles consecuencias negativas y las complejidades subyacentes, incluso en el nivel más básico, el económico.

Bannon no es Trotski, es más bien un charlatán peligroso cuyo movimiento se acerca de nuevo a la Casa Blanca si gana Trump en noviembre. Dice que están preparados y tienen más de tres mil quinientas personas listas para ocupar cargos y desmantelar el Estado, destruir al Departamento de Justicia y lograr su revolución. La Suprema Corte acaba de darle al presidente de Estados Unidos una inmunidad casi absoluta en sus actos oficiales. La República y la democracia están en peligro y el nuevo reyezuelo puede volver con sed de venganza a terminar de destruir lo que empezó en su primer término presidencial. Al tiempo.

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