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viernes, diciembre 20, 2024

¿Quién le teme a Emilia Pérez?

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Un bodrio. Nadie le teme, pero no podemos dejarla pasar por alto. Suena para más premios, pero es penosa. Es una lástima. La película Emilia Pérez, dirigida por el cineasta francés Jacques Audiard, es un intento fallido de representar una historia mexicana que, en lugar de honrar la cultura que pretende retratar, la distorsiona a través de estereotipos y decisiones cuestionables en su producción. Audiard es reconocido por su enfoque distintivo en el cine contemporáneo francés, habiendo dirigido previamente películas aclamadas como Un prophète (2009) y Dheepan (2015), esta última galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La superficialidad con la que toca el tema de las personas desaparecidas sería suficiente para descartarla como una seria visión del complejísimo problema de la violencia. 

En Emilia Pérez, Audiard aborda la historia de un líder de cartel mexicano que se somete a una transición de género, presentando la narrativa en un formato de comedia musical. La película ha suscitado críticas por su representación de la cultura mexicana y la comunidad transgénero, señalando una posible desconexión cultural en su enfoque. 

A pesar de las controversias, Emilia Pérez ha recibido múltiples nominaciones en diversos festivales y premios cinematográficos, destacando en categorías como Mejor Película y Mejor Dirección.  Esta cadena de premios solo abona en la desconexión, el estereotipo y el franco desprecio a lo mexicano. Como ocurrió en su momento con la novela American Dirt de Jeanine Cummins, cuya penosa representación dio para decenas de artículos e incluso disculpas de los editores. El cine es más problemático, porque alcanza audiencias mucho más amplias. No es la primera vez que se cometen estos crímenes estéticos, pero quizá es la más flagrante y por tener premios (e incluso seguir nominada a Globos de Oro, Baftas, Óscares, etc). No es gratuito que no se atrevieran a lanzarla en México hasta terminado el periodo de festivales, como si necesitaran el aplauso de la crítica para sentir menos pena por el resultado final. 

Desde su concepción, el proyecto estuvo marcado por una desconexión cultural evidente. Audiard, quien no domina ni el inglés ni el español, declaró abiertamente que no necesitaba profundizar en la cultura mexicana porque ya sabía “lo suficiente”. Esta actitud condescendiente se refleja en una película plagada de clichés ofensivos y representaciones erróneas que resultan insultantes para la audiencia mexicana. 

La directora de casting, Carla Hool, también contribuyó a esta problemática al afirmar que, aunque inicialmente se pretendía contar con un elenco mexicano, no encontró actores locales con el “talento suficiente” para los roles principales. En su lugar, optó por europeos y estadounidenses con ascendencia latina, ajustando los orígenes de los personajes en el guión para que coincidieran con los acentos de los actores seleccionados. Un ejemplo claro es el personaje de Jessi, interpretado por Selena Gomez, cuya nacionalidad fue modificada debido a su deficiente dominio del español. 

La única actriz mexicana en un papel significativo, Adriana Paz, fue relegada a un rol secundario, lo que le impide competir de manera independiente en categorías de premios como Mejor Actriz de Reparto. Esta decisión es especialmente frustrante en una película que pretende contar una historia mexicana. 

Además, el actor mexicano Eugenio Derbez criticó la interpretación de Gomez, señalando que su español carecía de autenticidad y fluidez. Tras expresar su opinión, fue objeto de acoso en redes sociales por parte de los seguidores de Gomez, hasta el punto de verse obligado a disculparse públicamente. 

Selena Gomez ha capitalizado su imagen de “latina” durante años, lanzando música en español desde 2010 y obteniendo una nominación al Grammy en 2021 por un EP en este idioma. Sin embargo, afirmó no haber tenido tiempo suficiente para perfeccionar su español para este papel, lo que resulta contradictorio y cuestionable. Para el público mexicano, resulta indignante que Gomez obtuviera un papel para el que no estaba preparada, desplazando a actrices talentosas que podrían haber ofrecido una interpretación más auténtica y enriquecedora. A pesar de estas críticas, la actuación de Zoe Saldaña ha sido destacada positivamente. Interpretando a Rita, una abogada involucrada en la transformación del protagonista, Saldaña aporta una profundidad emocional que ha sido reconocida por la crítica especializada. Su desempeño en español y su capacidad para transmitir la complejidad de su personaje salvan ese lado de la cinta. 

El problema no radica en que un director francés aborde una historia mexicana, sino en la forma superficial y despectiva en que se llevó a cabo este proyecto. Emilia Pérez no solo falla en capturar la esencia de México, sino que también desperdicia la oportunidad de ofrecer una representación respetuosa y genuina de la cultura mexicana en el cine internacional. 

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