El inicio del gobierno de Alejandro Armenta en Puebla abre una ventana de oportunidad para replantear las políticas culturales del estado, un área que históricamente ha sido subestimada pero que tiene el potencial de convertirse en motor de desarrollo, cohesión social y pacificación. Sin embargo, los retos que enfrenta su administración en este ámbito son tan complejos como urgentes.
Uno de los principales desafíos radica en la asignación presupuestal. El sector cultural en Puebla ha sufrido recortes significativos en los últimos años, lo que ha limitado la capacidad de acción de instituciones como la Secretaría de Cultura estatal. Para el gobierno de Armenta, garantizar un financiamiento adecuado será esencial, no solo para preservar el patrimonio cultural tangible e intangible, sino también para fomentar la creación artística contemporánea y apoyar a los trabajadores de la cultura, quienes a menudo operan en condiciones precarias o sin estímulo. No se nos olvide que la cultura da trabajo y genera dinero.
Puebla es mucho más que su capital. Los pueblos originarios, con sus lenguas, tradiciones y expresiones artísticas, son una riqueza que muchas veces queda marginada en los programas culturales centrados en la ciudad de Puebla. El nuevo gobierno debe priorizar la descentralización de las políticas culturales, asegurando que las comunidades indígenas y rurales tengan acceso a los recursos necesarios para preservar y difundir su patrimonio.
Además, iniciativas como la enseñanza de lenguas indígenas, la promoción de fiestas tradicionales y la capacitación en gestión cultural a nivel comunitario pueden ser herramientas clave para fortalecer identidades locales y generar turismo cultural responsable.
Puebla enfrenta problemas graves de violencia e inseguridad, y la cultura puede ser un instrumento poderoso para combatirlos. Proyectos culturales bien diseñados, que incluyan a jóvenes en situación de riesgo y fomenten el arte como medio de expresión y aprendizaje, han demostrado ser efectivos en la prevención del delito. El reto para Alejandro Armenta será vincular la política cultural con estrategias de inclusión social y pacificación, integrando esfuerzos interinstitucionales entre cultura, educación y seguridad pública. Luis Nishisawa me comentó que en su museo había puesto en el primer piso una serie de talleres de oficios, porque así nadie se sentía excluido del arte.
El patrimonio arquitectónico y artístico de Puebla, tanto en su capital como en sus comunidades, enfrenta amenazas constantes: deterioro, saqueo y desastres naturales, como los sismos que han dañado edificios históricos en años recientes. Si bien se han hecho esfuerzos para restaurar algunos espacios, aún queda mucho por hacer. La administración de Armenta deberá gestionar alianzas con el sector privado, la sociedad civil y organismos internacionales para garantizar la conservación y el uso sustentable del patrimonio cultural.
En una era marcada por la tecnología, el acceso a la cultura también debe adaptarse a los tiempos. La digitalización de archivos, la creación de plataformas en línea para difundir el arte local y el uso de redes sociales para promover eventos son aspectos que podrían posicionar a Puebla como un referente cultural en México. El reto radica en superar las brechas digitales y asegurar que estas herramientas lleguen a todos los sectores de la población.
Finalmente, Alejandro Armenta tiene la oportunidad de dejar un legado cultural significativo si logra articular una visión que reconozca la cultura como eje central del desarrollo humano. Esto implicará no solo resolver problemas inmediatos, sino también establecer políticas de largo plazo que permitan a Puebla consolidarse como un estado donde la cultura es una prioridad. Lo que él llama el humanismo mexicano y su énfasis en la bioética apuntan en buen camino.
El éxito en este ámbito dependerá de la voluntad política, el diálogo con la comunidad artística y el compromiso con un modelo de gobernanza que entienda la cultura no como un lujo, sino como un derecho y una herramienta de transformación social.