Ojalá vivas en tiempos interesantes, te decían los confucianos al nacer. Más que interesantes, los nuestros se han vuelto tiempos de miedo, de incertidumbre, de un nuevo orden mundial que aún no entendemos. La ultraderecha ha vuelto en el Cono Sur, en Europa y está destruyendo y arrasándolo todo en los Estados Unidos. En “Erasing History: How Fascists Rewrite the Past to Control the Future”, Jason Stanley profundiza en las estrategias utilizadas por los regímenes autoritarios para manipular las narrativas históricas y así consolidar su poder. Este trabajo continúa la línea de su libro anterior, “How Fascism Works”, ofreciendo un análisis más detallado sobre cómo la distorsión del pasado es fundamental en la agenda fascista.
Stanley argumenta que los movimientos fascistas atacan sistemáticamente las instituciones educativas y el discurso intelectual para remodelar la memoria colectiva. Al promover una versión única y a menudo mitificada de la historia, estos regímenes buscan eliminar la investigación crítica y las perspectivas disidentes. Este proceso no solo distorsiona el pasado, sino que también allana el camino para un futuro autoritario sin oposición. Stanley enfatiza que “la educación fascista funciona borrando estratégicamente relatos de la historia y eventos actuales que incluyen una diversidad de perspectivas, reduciendo el alcance de lo que se puede enseñar hasta que a los estudiantes se les presenta un único punto de vista, formulado específicamente para justificar y perpetuar una jerarquía de valor entre grupos”.
El libro está estructurado para proporcionar tanto contexto histórico como análisis contemporáneo. Stanley establece paralelismos entre las tácticas fascistas del pasado y las tendencias globales actuales, ilustrando cómo la manipulación de las narrativas históricas sigue siendo una amenaza persistente para las sociedades democráticas. Por ejemplo, destaca cómo líderes como Adolf Hitler y Vladimir Putin han utilizado la propaganda para difundir mitos que glorifican una versión romantizada y falsa de la historia, mientras desacreditan otras perspectivas e intelectuales que desafían su versión de los hechos.
Stanley examina cómo el revisionismo histórico no solo se implementa a través de la censura educativa, sino también mediante la manipulación mediática y la reescritura de registros oficiales. Un ejemplo impactante que presenta es el caso de la Rusia contemporánea, donde el gobierno de Putin ha criminalizado la discusión de crímenes soviéticos como la masacre de Katyn y ha promovido una visión glorificada del pasado imperial ruso. Del mismo modo, analiza cómo en Estados Unidos ciertos estados han prohibido la enseñanza de la teoría crítica de la raza, utilizando el discurso del “adoctrinamiento” para justificar la eliminación de perspectivas históricas fundamentales. Estos casos demuestran que la reescritura de la historia no es solo una estrategia del pasado, sino una herramienta activa en la lucha política contemporánea.
Stanley también aborda casos contemporáneos, como los esfuerzos de la derecha autoritaria en Estados Unidos por atacar la educación y borrar ciertos aspectos de la historia. Señala que “en los Estados Unidos, la democracia está siendo atacada por un movimiento autoritario que ha encontrado terreno fértil entre los políticos y votantes conservadores del país”.
Ell trabajo de Stanley ha sido elogiado por su mensaje oportuno y urgente. Khalil Gibran Muhammad, profesor de la Harvard Kennedy School, describe “Erasing History” como “una especie de plan de batalla para evitar que esta nación caiga en el fascismo”, destacando su papel esencial en el discurso contemporáneo. De manera similar, Kimberlé Crenshaw, cofundadora del African American Policy Forum, resalta que el libro ofrece “una decodificación vital del amplio esfuerzo de una facción pequeña pero bien organizada y bien financiada que busca consolidar el poder censurando el conocimiento y reescribiendo el pasado”. Sin embargo, algunas críticas han surgido respecto al alcance y la profundidad del libro. Publishers Weekly señala que, si bien Stanley presenta un argumento convincente, el libro ocasionalmente carece del impulso inspirador encontrado en sus trabajos anteriores, sugiriendo que el análisis podría beneficiarse de una narrativa más vigorosa.
De cualquier manera, “Erasing History” sirve tanto como advertencia como llamado a la acción. El análisis de Stanley subraya la importancia crítica de preservar la integridad histórica y promover perspectivas diversas para salvaguardar los principios democráticos. A medida que las instituciones educativas y las narrativas históricas son cada vez más atacadas en todo el mundo, esta obra se erige como un recurso crucial para comprender y resistir el avance de las ideologías autoritarias.