A comienzos de este año se publicó bajo el sello MadrEditorial el libro Herejías. Lecturas para tiempos difíciles de José Luis Martínez S., fundador y director del suplemento cultural Laberinto. Se trata, como bien se afirma, en la presentación de “un conjunto de textos […] sobre libros que contribuyen a la comprensión de nuestro tiempo, y en específico de la realidad mexicana”. O, dicho de otro modo: “un libro que aspira a formar parte de la conversación sobre problemas de nuestro tiempo, a través del pensamiento y las obras de los autores comprometidos con la democracia y la crítica”. Eso, reflexiones —agrupadas en nueve apartados— sobre el presente a partir de los libros.
En “Pobres políticos” se remite lo mismo a la página web de la presidencia que a las charlas de Forster, La democracia sentimental de Arias Maldonado, En defensa de la democracia de Woldenberg, La democracia fragmentada de Bartra, El poder corrompe de Zaid, “¿Qué hacer con los malditos?” de Armando González Torres, Tacet, un ensayo sobre el silencio de Pozzi y Frente al miedo de Escohotado. En la segunda parte, “La quiebra democrática” se refiere Conversación en Princeton, diálogos entre Vargas Llosa y Rubén Gallo, La llamada de la tribu del nobel peruano, Cómo mueren las democracias de Levitsky y Ziblatt, El futuro de la libertad de Zakaria. La nómina es, en principio, atractiva.
En la tercera parte, “En el nombre del pueblo” se comenta ¿Qué es el populismo? de Müller, El Líder y la masa de Gentile, La democracia es un tranvía de Mourenza y Topper, La edad de la ira de Mishra y Del fascismo al populismo en la historia de Finchelstein. En “Miedo a la libertad”, cuarta parte, cita Desobedecer de Gros, Cristo de nuevo crucificado de Kazantzakis, Para combatir esta era de Riemen y El orden del día de Vuillard. En tanto, la quinta parte, “Crítica, medios y poder” recupera El arte de la fuga de Pitol, Una novela criminal de Volpi, Paseos por la calle de la amargura de Sheridan y Verdad y mentira en la política de Arendt.
Más adelante, en “La lectura y la doctrina” se menciona El legado de Europa de Zweig, Contra el fanatismo de Amos Oz, La corte del zar rojo de Montefiore y el Manifiesto comunista de Marx y Engels. “La cruzada de los niños” incluye comentarios a partir de Yo tuve un sueño de Villalobos y Cambiemos el mundo de Thunberg. “El eterno femenino” refiere Teoría King Kong de Despentes, Según venga el juego de Didion y Los sueños de la serpiente de Ruy Sánchez. Finalmente, en “El monstruo es el otro” los comentarios parten de Canciones para el incendio de Vázquez entre otros.
Como puede verse, la serie de títulos es una especie de check list para la biblioteca personal, en el caso de que el lector simpatice con la crítica al poder, o un nuevo Index para los cófrades del pensamiento único y los devotos de los santos custodios de la moral universal. En cualquiera de los dos casos, es un buen pretexto para ponerse al día con las lecturas pendientes y diversificar los temas de conversación. Se vale, desde luego, estar a favor o en contra.
Por otro lado, el libro me hizo pensar en la importancia, el valor y la utilidad de las reseñas. No estoy diciendo que Herejías sea un libro de reseñas, no al menos en el sentido en el que se entiende la reseña canónica o reseña resumen. Veamos.
La reseña (del latín resignare, tomar nota, escribir, apuntar) es un género discursivo complejo, generalmente breve, de tipo expositivo, explicativo y evaluativo, así como argumentativo y dialógico que se orienta a informar, en primera instancia, y, en segunda instancia, a analizar y emitir un juicio favorable o adverso sobre la obra o suceso al que se refiere, lo cual se convierte, en última instancia, en una apelación al lector.
Según Sánchez Borrero la reseña tiene dos componentes, a saber: “los datos propios de la obra reseñada de una manera expositiva” y el componente crítico donde el reseñista “manifiesta su punto de vista, valoración u opinión respecto a lo visto o leído, esto lo hace de manera argumentativa”. En el caso de José Luis Martínez se establece, sobre todo, un vínculo con la cotidianidad convirtiendo las citas en claves para “leer” la realidad.
Para el caso de las reseñas de divulgación, como señala Núñez Cortez, “el reseñador, además de representar una opinión autorizada en cuanto a la temática que describe, tiene un conocimiento adelantado de ella. El destinatario, en cambio, es un lector que desconoce la nueva publicación y, por tanto, su interés es informarse al respecto”. En cambio, una reseña crítica o integrada, que aparece en revistas científicas, como sostiene Mostacero, siguiendo a Bolívar, tiene tres características indispensables: 1) “surge de prácticas vinculadas a la investigación”, 2) “se concreta a través de un macro-género” y se orienta a “validar la producción de conocimiento científico”.
Por lo anterior, aunque generalmente es poco valorada, la reseña resulta ser un género con alto potencial tanto en el ámbito académico como fuera de él. Aquí algunas razones:
Redactar reseñas es una evidencia del grado de alfabetización académica, lo que implica no sólo aspectos gramaticales y el dominio de este género, sino el conocimiento del discurso disciplinar y la cultura de las comunidades de conocimiento en que se produce y a las que se dirige.
En el contexto educativo, reseñar favorece tanto los procesos de comprensión lectora como de producción de textos, además de entrenar para la evaluación de documentos, es decir, la emisión de juicios sustentados en la información, así como el desarrollo de argumentos.
O dicho de otro modo: la producción de reseñas integra procedimientos y estrategias cognitivas (como estructurar, comparar, relacionar, clasificar, definir, analizar, sintetizar, inferir, sugerir) y metacognitivas (como la identificación de las actividades y los momentos que acompañan el aprendizaje).
Pero no se queda ahí. Como señalan Durán y Rodríguez de Torrealba, quienes aspiran a grados y posgrados, así como una alta productividad académica, deberían reseñar, reseñar y reseñar, puesto que: “Los antecedentes de un marco teórico en un anteproyecto o trabajo de investigación deben contener reseñas metacríticas e integradas, con las cuales el reseñador, no sólo expone y describe el tema leído, sino que además, expresa su punto de vista crítico, discrepa o coincide con el tema (a través de citas), compara, infiere, inserta notas y referencias bibliográficas, abundantes comentarios, usa términos técnicos, entre otros”.
Ya digo, Herejías me hizo pensar que dentro y fuera de la escuela deberíamos reseñar más libros y, desde luego, conversar más sobre lo que hallamos en ellos.