Desde mi punto de vista, la determinación de los aranceles recíprocos impuestos por el presidente de los EUA, Donald Trump, a un abultado número de países, entre los que figuran dos islas pertenecientes a Australia, Heard and McDonald Islands, habitadas sólo por pingüinos y una que otra variedad animal, parece más un acto de “bullying” que el resultado de un ejercicio técnico formal.
La decisión de Donald Trump sobre los aranceles descansa en el poco sólido argumento de que la mayoría de las naciones se han aprovechado y enriquecido a costa de los EUA, al venderles mucho y comprarles poco, generando un déficit en su balanza comercial desde hace mucho tiempo, situación que obedece en gran medida a dos cosas:
La primera es que EUA es el mercado más grande del mundo, en el que buena parte de su población cuenta con un gran poder adquisitivo.
La segunda es que una gran cantidad de los productos que EUA importa se produce en empresas estadounidenses con instalaciones y maquiladoras en otros países, así que en cierto sentido, el mentado déficit es una falacia.
Por ejemplo, Ford fabrica automóviles en México para ser vendidos en EUA, Kellogg’s produce en México una gran cantidad de productos que se venden a EUA, Benton & Dickinson, Colgate P
Lo que en realidad quiere Donald Trump, es que las empresas estadounidenses ya no produzcan en otros países y regresen a EUA al calor de su lema de campaña: “Make America Great Again”, lo cual es un “sueño guajiro”.
Las empresas estadounidenses han estado saliendo de EUA desde hace mucho tiempo, atraídas por menores costos para la producción, mano de obra no especializada que es muy difícil de conseguir en EUA y que, por lo mismo, es más barata que en ese país, toda vez que la fuerza laboral en EUA está concentrada en buena medida, en el sector servicios.
Las manufacturas y las labores agrícolas descansan en gran medida en los migrantes latinos, pues esas chambas ya ni los afroamericanos las quieren hacer.
Sea plan con maña o no, Donald Trump exhibe una gran ignorancia en el tema económico y está generando un desastre de grandes dimensiones si alguien no lo para antes, ya sea miembros del Congreso estadounidense, la Iniciativa Privada y/o los mercados financieros en su conjunto, los cuales están reflejando en estos días el enorme nerviosismo y la incertidumbre por el deterioro de las perspectivas para la economía mundial, que podría generar la política comercial adoptada por los EUA.
En tanto, los países objeto de la aplicación de aranceles están adoptando diversas estrategias, que en su mayoría son de un carácter proteccionista propio de las economías cerradas que vivimos en el siglo pasado antes de la globalización y la apertura, enfrascadas constantemente en una guerra comercial que el famoso GATT, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, por sus siglas en inglés, jamás pudo resolver y vio su extinción en 1995, para dar paso a la Organización Mundial de Comercio que fundó los cimientos para la apertura de los mercados en el mundo y la globalización.