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jueves, noviembre 21, 2024

La Victoria sobre el Resentimiento

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“Nada en la Tierra consume a un hombre más rápidamente

 que la pasión del resentimiento”

                                                                  Friedrich NIETZCHE

 

En nuestra sociedad, lo normal es sentirnos como sujetos separados uno del otro. La conciencia primaria –o, dicho de otro modo– reptiliana de la humanidad, nos impulsó a vernos como sujetos distintos, vulnerables y mortales.

Cada quién entiende “su identidad” como algo sumamente personal.

La necesidad de auto conservación nos ha llevado a desarrollar necesidades de opresión y represión hacia nuestros semejantes. Muchas veces defendiendo identidades supuestamente “sacras”.

Esa sensación de falta de identidad nos puede llevar a entrar en un laberinto tortuoso y lleno de perversidad.

Basta voltear un poco a la historia y caeremos en cuenta que las peores masacres y crímenes de la humanidad han estado basados en la defensa de identidades.

Si no han sido los griegos contra los otomanos, han sido los romanos contra los bárbaros. O los cristianos contra los judíos y musulmanes. O los que buscaban crear una identidad aria, contra todo lo que no lo fuera. O los aztecas contra todos los pueblos que rodeaban al imperio y enseguida, la imposición de la cultura judeocristiana a través de los españoles, a las culturas mesoamericanas.

O la guerra de independencia e identidad de la 13 colonias norteamericanas; o la batallas por la imposición de una identidad borbónica contra una continuidad imperial en España; o la contienda entre católicos y protestantes en Francia o entre anglicanos y católicos en Inglaterra. O entre la iglesia secular y la regular…

Se han llenado libros, bibliotecas, que documentan las atrocidades de la búsqueda de identidad…. igualmente se han llenado campos, ciudades, culturas y naciones enteras de sangre, dolor y resentimientos.

Hoy por hoy, en nuestro país y en muchos países del orbe vemos como se impulsa el resentimiento y odio hacia quienes no piensan igual. Estamos de cabeza. La inconciencia e inconsistencia de nuestras almas se ha instalado en las tribunas y en las canchas. Y va ganando por goleada.

La coyuntura del Mundial de Fútbol en Qatar me lleva reflexionar sobre algunos temas de fondo que a simple vista parecieran superficiales…

¿Se han dado cuenta cómo se encuentran conviviendo los mexicanos en Qatar?

En alguna de las entrevistas que hacen las televisoras o algún medio impreso, ¿alguien ha visto un esbozo de división entre “chairos y fifís”?

¿Por qué podemos estar tan unidos por una selección de fútbol y no podemos unirnos para construir un proyecto de nación?

Somos los mejores para hermanarnos en torno al “desmadre”; logramos sumar a gente de otros países, y nos ponemos a bailar de manera perfectamente sincronizada en las Fanfest de un Mundial, pero ¿no podemos desarrollar de manera consensada y sensata un plan para sacar a nuestro país del marasmo y estancamiento en el que se encuentra?

¿Sólo sabemos gritar e identificarnos con nuestras raíces mexicanas cuando estamos fuera de nuestra patria?

¿Acaso harán una encuesta entre ellos si son “chairos o fifís” para determinar si le echan porras juntos a México?

¿Sólo sabemos dejar nuestras diferencias atrás cuando nos encontramos a otros hermanos que también portan la “verde” sin importarnos si son del norte, del sur, de la costa o del altiplano?

¿Dejaremos algún día de ser “patrioteros” y lograremos entender lo que verdaderamente significa ser patriotas y abrazar la universalidad de ser mexicanos?

¿Por qué podemos ser tan universales en un evento de este tipo, donde la gente de otros países admira nuestra unidad y solidaridad con nuestra selección y al mismo tiempo, ser tan “poquiteros” en nuestra real concepción de Nación?

¿Cuándo abrazaremos con ese mismo fervor en nuestro suelo al águila de nuestra bandera? Entendiendo que al abrazarla respetamos y entendemos a nuestras raíces. Al mismo tiempo, ¿cuándo comprenderemos la importancia de proyectar al mexicano del siglo XXI como un ciudadano del mundo que abraza y respeta las otras culturas por igual?

¿Cómo es posible que los mexicanos sepamos unificar en torno a nosotros, a ciudadanos de todo el mundo, sin importar, idioma color o religión y esa gente admire nuestro entusiasmo y hermandad? Pero nada más pisamos tierras aztecas y volvemos a ver con resentimiento y desprecio a aquél que no piensa o se viste como nosotros.

Al final, el resentimiento no perjudica a la persona hacia quien dirigimos esos sentimientos. Nos perjudica a nosotros mismos. Es como si nos diésemos un balazo en nuestro propio pie. El resentimiento y el deseo de venganza vuelven muy miserable a las personas que se entregan a esos pueriles deseos.

San Agustín lo expresó de manera genial: “El resentimiento es como beber veneno y esperara a que la otra persona muera”.

Los mexicanos necesitamos entender que las manifestaciones de división y resentimiento que existen nos perjudican a nosotros mismos. Tenemos que construir una visión que esté más allá de una perspectiva egoísta y cortoplacista.

Creo que algo fundamental para empezar a cambiar a nuestro futuro es dejar resentimientos a un lado y empezar a ser parte de la solución. Es esquizofrénico estar tratando de decodificar mensajes todo el tiempo.

Sin embargo, para poder ver una luz al final del túnel, debemos cambiar en lo individual. Y buscar ponernos de acuerdo. Primero en dejar de seguir abriendo grietas entre nosotros. Entre empresarios y sindicatos; entre pobres y ricos; entre los ciudadanos y los políticos.

Además de estar viviendo un Nacional-surrealismo, hemos entrado a un época llena de maniqueísmo. “Si no estas conmigo, estás contra mi”. Es aberrante y desgastante para todos.

No existe en la vida ni el blanco puro ni el negro absoluto. Debemos de aprender a salir de esa penumbra y buscar una luz digna e inteligente, que nos guíe hacia el plano de la construcción. Y no de la destrucción. Debemos darnos cuenta de la ficción en la que estamos viviendo. Casi todo es una farsa.

Si no entendemos que el verdadero cambio debe ser el personal, estamos destinados a seguir viviendo esa mentira… esa farsa de un sistema del que nos hemos vuelto opresores y oprimidos. Llenos de resentimiento.

Tenemos que voltear más hacia el sentir. Porque solo sintiendo, entenderemos al otro. Y debemos dejar de escuchar las razones de un sistema putrefacto, odioso y manipulador.

Creo que un gran…gran ejemplo para los mexicanos se encuentra en un líder que supo unir; qué se percató del momento que le tocaría vivir; que, a pesar de injusticias sufridas, supo mirar más allá de las agujetas de sus zapatos.

En algún momento decidió levantar la cara con humildad sincera y orgullo sereno. Supo que se enfrentaba al gran reto de cimentar una nación con base en pilares diferentes a los que habían sostenido con anterioridad a su país.

Esta frase resume magistralmente el camino trascendente que decidió emprender Nelson Mandela:

“Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero”.

La actitud de ese hombre cambió su destino. Cambió el destino de una nación. Y cambió el destino del mundo. Mandela logró, sin duda alguna, proclamar una victoria sobre el resentimiento.

La moneda está en el aire… ¿Lograremos esa victoria los mexicanos, algún día?

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