“El mundo es un lugar peligroso para vivir.
No a causa de la gente mala, sino de las personas que no hacen nada al respecto”.
Albert Einstein
Los Reyes Malditos, reconocida y alabada novela escrita por Maurice Druon sobre un período de la historia de la Francia medieval, aborda temas como maldiciones, reinas estranguladas; batallas y traiciones; mentiras y lujuria; decepción, rivalidades familiares, pecado, hipocresía y envidias.
Hechos, que a lo largo de la “epopeya humana”, han sido comunes denominadores.
Concebidos por infames almas y miserables canallas.
Actos, alimentados por malsanos egoísmos y desleales estratagemas. Portadores de tenebrosas intenciones y pérfidas manipulaciones.
Acciones, fomentadoras de injurias deshonrosas. Basadas en siniestras pretensiones y torpes anatemas.
Es indudable que muchos concordaremos con lo que dijera el psicólogo y filósofo Michel Foucault: “El hombre y la vanidad mueven el mundo”.
Si analizamos eventos de la historia, podemos afirmar que es algo absolutamente cierto.
No hay duda.
Las ideas y el pensamiento de la humanidad se han movido con vaivenes pendulares.
Tan es así que, si las líneas escritas casi al inicio de este texto, se viera impregnadas de “denominadores positivos”, el contexto y trasfondo de la composición cambiarían completamente.
Y tanto en uno como en otro, estaríamos de acuerdo que ambas opciones son válidas…
Depende del lado en que se encuentre el testigo. Y de las propias circunstancias.
Seguramente, muchos se inclinarán por el primero. Opinarán que está más cerca de la realidad.
Sin embargo, la historia nos enseña que los actos bondadosos y llenos de compasión, son los que terminan impulsando la evolución humana a mayores niveles de conciencia.
Lo que es un hecho irrefutable, es que ambos lados de la moneda existen.
Al modificar el texto con una connotación positiva, podremos recordar momentos donde la historia ha sido forjada por eventos de esta índole.
Hechos, que a lo largo de la “epopeya humana”, han sido comunes denominadores. Concebidos por honorables mentes y bondadosas almas.
Actos, alimentados de prudentes pensamientos y fraternas iniciativas. Basadas en nobles objetivos y propuestas tolerantes.
Acciones, generadoras de comunes intereses y justas pretensiones. Impulsores de sinceras amistades.
Diría el propio Foucault: “Lo propio del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar”.
Nuestras interpretaciones encierran la magnitud y la trascendencia de nuestras vivencias.
Lo peor es cuando esas interpretaciones vienen “cinceladas, pulidas y decoradas” por nuestro satán, el ego.
La infamia, la vileza, la mezquindad…la maldad tiene gran parte de sus orígenes en las interpretaciones que el ego traduce.
Si analizásemos, con cabeza fría, objetiva y sensata. Con corazón sincero y tolerante…
Caeríamos en cuenta de que, efectivamente, es en nuestras interpretaciones donde llegamos a construir esas falacias y estupideces. Lo opuesto, obviamente, también.
Aunado a esto, hoy existen interesantes investigaciones. Científicos alemanes y daneses han identificado que la maldad humana tiene un orígen común.
Lo han llamado el “factor oscuro de la personalidad o “Factor D” – la “D” es por oscuro en inglés, “Darkness” –.
https://blogs.scientificamerican.com/beautiful-minds/the-dark-core-of-personality/
https://www.researchgate.net/publication/326364629_The_Dark_Core_of_Personality
https://tendencias21.levante-emv.com/identifican-el-origen-comun-de-la-maldad-humana_a44780.html/amp
Dejo estos tres enlaces por si alguien quiere profundizar sobre el tema.
Es menester destacar que la investigación se realizó con un universo de 2,500 encuestados y sintetiza que existen nueve manifestaciones comunes de los rasgos oscuros y que subyacen dentro del “núcleo oscuro de la personalidad”.
El egoísmo, el maquiavelismo (vale la pena ahondar sobre esto en otro momento); la desconexión moral; el narcisismo; el derecho psicológico; la psicopatía; el sadismo; el interés propio y el rencor son los nueve rasgos oscuros de la personalidad.
Afirma Zettler, uno de los investigadores: “el conocimiento de este «núcleo oscuro» puede jugar un papel importante para los investigadores o terapeutas que trabajan con personas con rasgos específicos de personalidad oscura.
Ya que es este “Factor D” es el que determina diferentes tipos de comportamientos y acciones humanas imprudentes y maliciosas.
Lo vemos, por ejemplo, en casos de violencia extrema, incumplimiento de normas, mentira y engaño en los sectores corporativo o público.
Aquí, el conocimiento sobre el Factor D de una persona puede ser una herramienta útil, por ejemplo, para evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a delinquir o participe en conductas más dañinas”.
Esto suena interesantísimo. Imaginémonos que esta investigación llega verdaderamente al fondo de las cosas. Y se decide aplicar.
Para ocupar un puesto importante en la política o en el mundo empresarial o corporativo, las personas tendrían que pasar por un test…
Seguramente muchos… muchísimos de los supuestos líderes que en estos tiempos ocupan puestos importantes, saldrían con un “núcleo oscuro muy bien desarrollado” y sacarían 10+ en su evaluación.
Sería magnífico que la ciencia llegase a desarrollar eso y que tal vez, por tratamiento genético se pudiera desactivar el “gen de la maldad”, si es que verdaderamente existe.
Sin embargo, creo que el tema de fondo es que tenemos una tendencia siempre a ver las cosas de manera negativa.
Ya sea por necesidad psicológica y energética, o porque invariablemente, es más fácil criticar que proponer.
Nos hemos perdido en esa dicotomía existencialista del Ser. Y en muchos aspectos, aún seguimos sin un rumbo adecuado.
Ahora bien, “echémosle un ojo” a la historia y sus irrefutables hechos.
A pesar de momentos álgidos, terribles revoluciones, guerras sufridas e innecesarias, estúpidos desencuentros y egoístas confabulaciones, la humanidad ha evolucionado.
Sin lugar a dudas.
Tomemos ejemplos como la propia ciencia o la cultura o el transporte o las comunicaciones o la salud o.… un largo etcétera.
En estos últimos cien años, la humanidad ha evolucionado más que en los últimos dos mil.
Hoy más que nunca necesitamos de tener lucidez mental y sinceridad de corazón, para determinar que la Evolución que se requiere impulsar, es la “Revolución de las conciencias”.
Porque nunca habíamos generado tanta riqueza, pero seguimos padeciendo una lacerante pobreza.
Nunca se había generado tanto conocimiento, pero seguimos sufriendo una profunda ignorancia.
“No existe oscuridad, sino ignorancia”, escribió William Shakespeare.
Es sencillo darnos cuenta que, la evolución del hombre, se ha dado más por la Luz que por la oscuridad.
Y es claro, aunque a veces creamos que podemos escapar de nuestros actos, lo que nos espera.
Esta frase en Los Reyes Malditos, no tiene pierde:
“Dios no está obligado a intervenir directamente para castigar el perjurio, y el cielo puede permanecer mudo. Las malas almas encierran en sí mismas la suficiente semilla de su propia desgracia”.
Insisto con la frase de Einstein. “La oscuridad no existe. Es simplemente ausencia de luz”,
Entremos a una habitación en completa oscuridad y encendamos una austera y sencilla vela…
Todo el espacio se ilumina.
La oscuridad se ha disipado fácilmente. Si más velas encendemos, la oscuridad llegará a ser imperceptible, en algún momento.
La espiritualidad de la ciencia tiene un sentido de causalidad universal.
Y la espiritualidad, en su sentido más básico, es simplemente, una ley natural.
Por eso… la oscuridad es frágil.