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jueves, noviembre 21, 2024

¿Fin de la globalización?

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La globalización económica observada desde el final de la Guerra Fría está llegando a su fin. La interconexión de las economías nacionales para el movimiento transfronterizo de bienes, servicios, tecnología y capital se ha visto severamente afectado durante los últimos 3 años. 

El proteccionismo y la autosuficiencia han intervenido en los últimos años, reemplazando los acuerdos de libre comercio y la promoción de la liberalización económica.  

Lo que comenzó como guerras comerciales y el aumento de los aranceles se ha transformado en un rechazo rotundo de la compleja cadena de suministro multinacional. 

Con restricciones pandémicas que exacerban la escasez de suministro y ahora la guerra en Ucrania, se pone en peligro la seguridad alimentaria y energética. 

Pareciera que estamos enfrentándonos a una balcanización mundial. Es probable que la economía mundial realmente se divida en bloques, cada uno tratando  de aislarse y luego, buscando disminuir la influencia del otro.  

Con menos interconexión económica, el mundo pudiera ver un menor crecimiento tendencial y menos innovación. Las empresas e industrias nacionales tradicionales tendrían más poder para exigir protecciones especiales.  

En conjunto, los rendimientos reales de las inversiones realizadas por los hogares y las corporaciones tenderían a sufrir una disminución importante. 

La trágica guerra en Europa del Este está impulsando aún más la reorientación de las redes de producción y suministro, lejos de la minimización pura de costos y enfocándose a la resiliencia y la tolerancia al riesgo.  

Las interrupciones de la cadena de suministro causadas también por la pandemia de coronavirus han llevado a las empresas a comenzar a diversificar las ubicaciones de los proveedores y de sus propias fábricas y oficinas. 

 El presidente de la Fed de Atlanta, Raphael Bostic, comentó recientemente que el aumento de inventarios, la integración y aproximación de la producción a los mercados finales con el fin de maximizar la confiabilidad, se está convirtiendo en una prioridad estratégica de negocios.  

Pareciera que el sistema de producción, el manejo de inventarios y la logística está evolucionando de un sistema just in time (“justo a tiempo”), a un sistema just in case (“por si acaso”).  

La disponibilidad de bienes cada vez más baratos como automóviles, electrodomésticos y muebles producidos en el extranjero fue un importante contribuyente al panorama benigno de la inflación de estados Unidos en este cuarto de siglo.  

Por otro lado, la deslocalización también condujo a la eliminación de millones de empleos en los Estados Unidos, el vaciamiento de las regiones manufactureras y la clase media de nuestro vecino país del Norte. 

El reconocimiento de estos aspectos negativos de la globalización ha hecho que el péndulo de la historia empiece a girar hacia el abastecimiento local.  

En lugar de las fuentes más baratas, fáciles y ecológicas, probablemente habrá más incentivos en impulsar aquellas que estén más seguras y protegidas. 

“La invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos experimentado en las últimas tres décadas”, explicó recientemente el CEO de BlackRock, Larry Fink.  

La conectividad y las relaciones entre naciones, empresas e incluso personas, se han vuelto más tensas por los dos años de pandemia.  

Este aislamiento ha provocado que una cantidad enorme de comunidades y personas se sientan segregadas, recluidas e incluso desamparadas. 

Después de todo lo que nos ha traído esta pandemia, nos deberíamos preguntarnos ¿qué hemos aprendido?  

Pareciera que nada… Se ha exacerbado la polarización y el comportamiento extremista.  

Cuando ya se vislumbraba una luz para salir de nuestra reclusión, a un señor Putin, se le ocurre empezar una guerra. Como me diría alguna vez mi madre: “Niño, cuidado, te vas a tropezar… estás viendo y no ves”. 

De alguna manera, la guerra está fomentando la unidad entre un gran grupo de naciones a medida que se mueven para excluir a Rusia de los mercados de capital globales.  

La invasión ha impulsado a las naciones y los gobiernos a fin de que se unan con el objetivo de cortar los lazos financieros y comerciales con Rusia.  

La mayoría de los gobiernos del mundo han impuesto sanciones, incluida la medida sin precedentes de prohibir que el banco central ruso despliegue sus reservas de divisas. 

Las empresas también se han unido a la medida de cortar los lazos con Rusia, excediendo las sanciones impuestas por el gobierno.  

Estas acciones tomadas por el sector privado demuestran el poder de los mercados de capitales: cómo los mercados pueden proporcionar capital a quienes trabajan constructivamente dentro del sistema y qué tan rápido pueden negarlo a quienes operan fuera de él. 

Rusos, ucranianos, europeos y el mundo en general se han visto obligados a tomar medidas fuera de lo común. 

Todo porque un ególatra, totalitario y déspota invade a su país vecino. Pero no porque Ucrania sea una amenaza para el futuro de Rusia. Sino porque es una amenaza para el futuro de Vladimir Putin. 

¿No es ya momento que como una humanidad, supuestamente más conciente, busquemos que ese péndulo de la historia, no genere esos bandazos de extremo a extremo? 

No podríamos encontrar un justo medio en las políticas sociales, humanitarias, económicas, monetarias, ecológicas, energéticas, distributivas y el largo etcétera que le sigue… 

Sólo somos aves de paso en este planeta. ¿Es tan difícil de entender?  

¿O alguien me podrá decir que al señor Putin, o cualquier líder o ser humano de este planeta que se nos ocurra nombrar, es inmortal? ¿No le entran las balas? ¿No le llegará su hora, como a toda la vida en el Universo? 

Algún día todos nos enfrentaremos a la muerte. Cómo llegaremos a ella y el juicio de nuestro espíritu despierto y revelado al enfrentarla, será nuestro absoluto y eficaz juez.  

Y nadie, absolutamente nadie, se escapa de eso. 

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