“Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra” o “hasta cuándo abusaras, Catilina, de nuestra paciencia”. Es la frase inicial de uno de los discursos más famosos de la historia: La Primera Catilinaria de Cicerón dirigiéndose a Lucio Sergio Catilina.
Catilina ha pasado a la historia por ser el protagonista de la llamada Conjuración de Catilina. Una conspiración que, según las acusaciones formuladas por Marco Tulio Cicerón, habría consistido en destruir la República.
Si adaptáramos esa frase a tiempos actuales, la escribiría de la siguiente manera:
“¿Hasta cuándo abusarán, los demagogos y egocéntricos de nuestra paciencia?”
Si bien la democracia es el mejor sistema que hemos logrado poner en funcionamiento como humanidad, se ha hecho con grandes fallos. Los países democráticos continúan siendo, en la mayoría de los casos, los mejores lugares para vivir.
Uno de los mayores peligros es cuando la democracia favorece a la demagogia y alienta la alabanza.
Una democracia se proclama del pueblo y de sus méritos, pero cuando oradores interesados y egocéntricos, tergiversan esto a su favor y, acaparan las pasiones populares, estamos frente a una insoslayable conducta que nos puede conducir a errores históricos.
Me parece prudente repetir una cita de mi pasada entrega, en la cuál, Eurípides sentencia:
“La inferioridad de la democracia consiste en la existencia de oradores que se dirigen al pueblo, parecen estar de acuerdo con él en todo. Pero sólo buscan su propio interés. Hacen hoy las delicias del pueblo y mañana harán su desgracia”.
Las alabanzas al pueblo suelen ser peligrosísimas. Así lo ha demostrado la historia.
La tentación más fuerte de un demagogo y egocéntrico es alabar al pueblo y prometerle lo que desea, aún a costa de la cordura, la sensatez y el sentido común.
La trascendente y fundamental diferencia entre un demagogo y un verdadero líder político es la razón.
Mantener al pueblo en la vía de la razón y el derecho, como lo hizo Pericles en su momento, es el mayor acierto para el bienestar de la República.
Pericles, “en lugar de dejarse dirigir por la masa, la dirigía. No hablaba para gustarle. Cada vez que veía a la gente caer en una insolencia loca, le hablaba con dureza”.
No podemos olvidar que el electorado en su conjunto no actúa de buena fe ni de forma competente.
Ahora bien, es innegable reconocer que las crisis actuales en el mundo, tienen sus orígenes en abusos de las oligarquías gobernantes y del capitalismo salvaje y corto de miras que ha prevalecido en diversas partes del orbe.
La autora Nadia URBINATI establece en su libro Yo el Pueblo:
“[…] el populismo está relacionado con una percepción popular del mal funcionamiento del gobierno constitucional, así como con la percepción popular de la insuficiencia de las instituciones representativas. El populismo indica la existencia de una corrupción política sistémica, que ha sido favorecida por la desigualdad económica. Responder a las críticas populistas requeriría que los demócratas intervinieran en las discusiones constitucionales y políticas populistas en vez de satanizarlas”.
Un verdadero jefe de Estado no debe hablar de lo agradable, sino buscar siempre lo mejor para la gente. Buscar serles útil.
Aquél que lo tiene presente, en sus funciones y actividades políticas, es un buen ciudadano y un hombre de buen corazón.
No aquél que, en cambio, para complacerles, sacrifica los verdaderos intereses y el patrimonio de la República.
Tristemente, observamos como a nivel de todo el planeta, mientras más alabadores y violentos, los demagogos son más aceptados.
Lo peor, es que muchos de estos personajes, son seres ignorantes y soberbios a las cuáles solo les interesa imponer sus mezquinos y particulares intereses…como si algún día la muerte no los fuera a alcanzar…
El nivel más alto de ignorancia de cualquier personaje es cuando rechaza algo de lo cual no sabe nada. De diversas nacionalidades, estas figuras “encumbradas” han aparecido en muchas “democracias”.
Pero a diferencia de verdaderos hombres de Estado, no los mueve la obediencia a una causa superior. Ni poseen la alta vocación de participar en la vida en común y aportar todo su ser al servicio y destino del país.
Hoy, pan y circo es lo que mueve a políticos.
Agrega URBINATI:
“El populismo en el poder no cuestiona la práctica electoral, sino que más bien la convierte en la celebración de la mayoría y de su líder, en una nueva estrategia de gobierno elitista, centrada en una (supuesta) representación directa entre la gente y el líder”.
Creo que los gobiernos deben de buscar ser más “gobierno” y menos “populares”.
El exceso de consensos y unanimidades pueden llegar a amenazar y se pueden convertir en signos preocupantes de perversidad social, política e intelectual, porque ocultan la verdad de los desacuerdos.
La historia es un cúmulo de guerras, persecuciones e injusticias. Aberraciones de un mundo donde los hombres de buena voluntad resisten ante las partituras de miseria de una sinfonía carente de compasión, dirigida por demagogos, egocentristas y populistas.
Sin embargo, la historia también ha demostrado que, de las mismas crisis, el ser humano logra sacar la fuerza para su superación.
Hombres y mujeres, sin importar raza, religión, color o afiliación política, con tenacidad y valor, han luchado y vencido a las sangrientas tiranías.
Novedosos, singulares e inclusive evolucionados senderos suelen abrirse a partir de obstáculos que el ser humano encuentra en sus andares.
Una pequeña ventana es suficiente para que la vida renazca.
Creo firme, solidaria y convencidamente que las MUJERES, son hoy parte fundamental, esencial, vital… para la construcción de una nueva existencia.
Una existencia más virtuosa, y respetuosa. Donde la compasión, la solidaridad, la libertad y la equidad se conviertan en las divisas de las “nuevas repúblicas”.
Ya que, de ellas, de las mujeres, emana la propia vida.
Termino citando a Ernesto Sábato. En su ensayo de La Resistencia, esta reflexión se devela, en el contexto actual, como una razón fulgurante del avenir de nuestra existencia:
“Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del ser humano”.