A una semana de las inundaciones que azotaron el centro de Texas durante las celebraciones del 4 de julio, las autoridades han confirmado al menos 121 personas muertas y 170 desaparecidas, entre ellas decenas de menores. En medio de críticas por la respuesta gubernamental, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó este viernes su primera visita a la zona afectada.
Durante su recorrido por Kerrville, uno de los municipios más golpeados por la crecida súbita del río Guadalupe, Trump calificó como “una tragedia impensable” la pérdida de vidas y agradeció la labor de los rescatistas, a quienes llamó “héroes”. La visita incluyó una reunión privada con funcionarios locales y un encuentro con familias damnificadas.
Melania Trump, quien lo acompañó, recibió de un grupo de niñas sobrevivientes del campamento Mystic —donde se registraron varias de las muertes— un brazalete como símbolo de recuerdo y solidaridad.
El mandatario defendió la respuesta de emergencia de su administración, al asegurar que fue “increíble”, pese a los señalamientos de retrasos en alertas y recortes presupuestarios a agencias como FEMA. En un momento tenso, calificó de “malvada” a una reportera que lo cuestionó sobre estos temas.
A la par, el gobierno federal anunció la declaración de zona de desastre en ocho condados adicionales, lo que permitirá liberar más recursos para las labores de búsqueda, atención médica y reconstrucción.
Más de 2 mil elementos de cuerpos de rescate continúan con las labores para localizar a los desaparecidos, mientras aumenta la presión pública para revisar los protocolos de prevención y gestión de emergencias ante fenómenos climáticos extremos.