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lunes, agosto 11, 2025

‘MAGA look’, la estética trumpista que arrasa en EE.UU. con tacones, armas y bótox

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Publicado originalmente por Eva Millet en La Vanguardia, compartimos este reportaje por su relevancia e interés periodístico:

Kristi Noem ostenta el cargo de secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., entidad cuya misión es garantizar la seguridad del país. Noem es una trumpista de manual, que se opone al derecho al aborto, niega el cambio climático, apoya la deportación masiva de inmigrantes y los recortes en sanidad. Todo ello luciendo una larga melena ondulada —que le cae, cual cascada, sobre los hombros—, ropa ajustada, tacones y, a menudo, una gorra con las siglas MAGA (Make America Great Again). Complementa este look con un denso maquillaje, en el que destacan unas contundentes pestañas postizas, con el que se presenta tanto en el Capitolio como en la megacárcel de Bukele, en El Salvador, donde ha enviado a centenares de personas.

Noem, ex Gobernadora de Dakota del Sur, es una de las fans del presidente de EE.UU. y un ejemplo de la imagen femenina que impera en la actual administración: mujeres abrumadoramente rubias y bronceadas, que visten ropa ceñida, calzan altos tacones y lucen elaborados maquillajes y manicuras. El look MAGA implica también colores “patrióticos” (como el blanco, el rojo y el dorado), accesorios inspirados en la bandera, las citadas gorras e, incluso, piezas de joyería con forma de armas. Las cruces, como las que lleva Karoline Leavitt, jefa de prensa de la Casa Blanca, son otro complemento habitual.

Como nos recuerda el Financial Times, Trump ha presumido que esta presidencia iba a ser “cachonda”; un concepto que, a nivel estético, para él implica lo descrito anteriormente. Prueba de ello es su entorno familiar, con mujeres (como su esposa Melania y sus hijas, Ivanka y Tiffany) que encajan en este perfil. Otra trumpista fiel, la congresista Marjorie Taylor Greene, fan de las armas y de Q’Anon, también opta por las gorras MAGA, los trajes ceñidos y los brazos tonificados. Lara Trump, la nuera del presidente, muestra en los mítines de su suegro sus musculadas piernas y su melena con tirabuzones. Antes de meterse en política trabajó como periodista; un ámbito en el que destacan otras fans, como la atlética presentadora de la FOX, Megyn Kelly, y la periodista Natalie Winters, mano derecha de Steve Bannon. Todas comparten su devoción por Trump y por una imagen que, como asegura el citado Financial Times: “Está arrasando en América”.

“Parece que estas señoras se hayan puesto de acuerdo: raya en medio, melena como de amazona, su buen patrimonio en Botox y cirugía estética y Melania como modelo a imitar”, observa el periodista Marc Giró. Al conocido presentador, que fue editor de moda de la revista Marie Claire, se le ocurren dos teorías para explicar este fenómeno: “La primera que sean la misma persona todo el rato: que en una mazmorra de la Casa Blanca tengan una fábrica de clones y vayan sacando señoras con estas características”, dice. La segunda: “Que estemos ante el advenimiento de la nueva mujer: la suma de miss Universo —o sea, esta feminidad con tendencia a lo drag— y ‘RoboCop’”.

Pero más allá de lo clónico, Giró detecta otro rasgo inquietante en la imagen trumpista: “Hay una feminidad agresiva que es una masculinidad tóxica, militar. Estas señoras están mutando a RoboCop, a la teniente O’Neil… Son tías masculinas, con unas espaldas, unos brazos y unas manos que te dicen: ‘Te voy a dar una hostia’, que me está haciendo daño ya de verlas”. Giró no anda desencaminado: a Kristi Noem su equipo le regaló por Navidad un lanzallamas, que ha demostrado manejar con destreza, mientras que otra trumpista ferviente, la congresista por Colorado Lauren Boebert, se pasea con pistola al cinto y felicita las fiestas posando con sus hijos, todos con rifles de asalto.

Como resume Marc Giró: “Son señoras que están a punto de entrar en guerra: van con tacones, pero con sus gemelos supermusculados y, si las llaman, se tiran al barro y reptan, reptan, como si estuvieran en Vietnam… Yo creo que las grandes firmas de belleza que apoyan el trumpismo ya están haciendo maquillaje de guerra para estas señoras”, concluye.

De maquillaje sabe Miguel López Cerón, fundador de la firma de belleza MyGreen Cosmetics. Para él, el MAGA-look se inspira en Melania e Ivanka Trump: “Pero digamos que las otras no han llegado hasta ese nivel de perfección porque, al final, es una cuestión de presupuesto: los especialistas a los que acuden las Trump tienen unas tarifas tan desorbitadas que no todo el mundo puede acceder”. Cerón define esta imagen trumpista como “una hiperfeminización”, con varios niveles: “Uno sería la cirugía plástica, luego están el botox y los rellenos, además de todo tipo de microcirugías para subir las cejas o los pómulos, conseguir el ‘ojo de gacela’, etcétera”. Y luego llega el maquillaje, profuso, para exagerar más: “Añaden pestañas postizas, se perfilan los labios aunque ya estén rellenados, le añaden gloss, purpurina… porque todavía quieren la boca más grande”. El resultado “es que se están volviendo clónicas. Llega un momento que son caricaturas de sí mismas”.

Los pechos también tienen preponderancia en el MAGA look. “Se inspiran en el mundo de los superhéroes y en personajes de cómic, como Jessica Rabitt que, si te fijas, es esa hiperfeminación exagerada, de cinturita de avispa, caderas y unos pechazos enormes”, añade López Cerón. Sin olvidar: “A las mujeres biónicas, las equivalentes femeninas de los superhéroes, y ese movimiento del porno, pre-digital, que se llamaba Supervixens”.

Para la reconocida estilista Blanca Unzueta, el Maga-look: “Está en la antítesis de lo que me gusta porque, para mí, la naturalidad es básica y estas mujeres están superproducidas”, explica a Magazine. Pero sobre todo, dice: “Esta imagen me parece un gran paso atrás en la evolución de las mujeres, porque está bien que, un día, vayas a un evento y te apetezca arreglarte más, pero esa ‘producción’ diaria, esos maquillajes pesados, esos recauchutados… es demasiado. No me parece compatible con el papel que hoy jugamos las mujeres”. Sin olvidar el mencionado fenómeno clónico: “Es verdad que hay ciertas tendencias que marcan el aire del tiempo, pero se trata de coger el ‘aire’ y punto, no de ir exactas”.

“Cuando miro a estas mujeres me pregunto: ¿Qué están haciendo? Hemos luchado tanto para poder ir cómodas y ahora nos encontramos con esto”, comenta, un punto perpleja, la escritora Caitlin Moran. Para ella, las trumpistas: “No parecen pasarlo bien”. En parte, porque esta imagen “implica estar constantemente consciente de tu cuerpo”.

Y si la moda es el mensaje, el de las ultraconservadoras estadounidenses, dice, es perturbador: “Porque la moda puede ser exagerada, pero divertida: como en los 80, cuando la lucha por el poder estaba allí, con esas mujeres llevando trajes con grandes hombreras, tratando de ser hombres, pero de manera positiva. Ahora la impresión es que se visten para los hombres, lo que encuentro inquietante”. Son mujeres, resume la autora de Cómo ser mujer, que tampoco buscan simpatía. “Porque cuando entran en una habitación el mensaje que transmiten es: ‘Iros a la mierda’. No me gustaría hablar con ellas. Además, tengo la sensación de que, si estoy en un apuro y les pido un tampón, me dirían que no o me cobrarían veinte dólares”.

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