El presidente Nicolás Maduro firmó un decreto de conmoción externa para enfrentar una posible agresión de Estados Unidos en el país. Esta medida, anunciada por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, concede poderes especiales al mandatario venezolano para actuar en defensa de la nación en caso de una incursión militar.
Rodríguez destacó que las acciones de EE.UU. son una violación de la Carta de las Naciones Unidas, específicamente señalando al senador Marco Rubio por sus constantes ataques contra Venezuela. “Si se atreven a agredir a nuestra patria, el decreto le da al presidente los poderes para defendernos”, afirmó la vicepresidenta en un encuentro transmitido por VTV, el canal estatal de televisión.
El decreto de conmoción externa, que ya había sido mostrado por Maduro en días anteriores, entra en vigor solo si se presenta una agresión externa. Según la Constitución venezolana, el decreto tiene una vigencia de 90 días, prorrogables por otros 90. Este otorga al presidente la facultad de movilizar a las fuerzas armadas a nivel nacional, controlar servicios públicos e industrias, y activar la milicia nacional. Además, se prevé la restricción temporal de derechos constitucionales para garantizar la seguridad del país.
El decreto surge en un momento de alta tensión entre Venezuela y EE. UU. Desde mediados de agosto, una flota militar estadounidense se encuentra movilizada en el Caribe, supuestamente para combatir el narcotráfico. Sin embargo, el gobierno de Maduro asegura que su objetivo real es derrocarlo y despojarlo del poder.
En paralelo, el gobierno de Donald Trump está elaborando planes de ataque contra objetivos vinculados al narcotráfico en Venezuela, incluyendo posibles ataques con drones contra narcotraficantes y laboratorios de drogas. A este escenario se suma el aumento de la recompensa a 50 millones de dólares por información sobre el paradero de Maduro, a quien EE.UU. vincula con el supuesto Cártel de los Soles.
A pesar de las tensiones, Maduro envió una carta a Trump en la que invitaba a retomar un diálogo indirecto a través del enviado especial estadounidense, Richard Grenell. Sin embargo, la Casa Blanca rechazó la invitación, acusando al presidente venezolano de difundir “mentiras”.