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domingo, noviembre 24, 2024

El rostro humano del nuevo DIF en la voz de Gaby Bonilla

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Gaby Bonilla tiene una vocación que viene de la infancia: la de ayudar a quienes menos tienen. Sus dos primeras grandes maestras de vida fueron su abuela materna y su madre. De ellas aprendió que tenderles la mano a los necesitados es un elevado honor que le da sentido a la vida.

Ya como esposa del hoy gobernador Sergio Salomón se incorporó a los más diversos voluntariados, previo paso por la Cruz Roja y el Club Rotario de Tepeaca. Todo esto, sumado a la vocación de servicio que trae desde la infancia, la han dotado de un gran corazón y una voluntad férrea de trabajo.

Como presidenta del Sistema Estatal DIF, Gaby Bonilla ha venido a transformar las vidas de niños y niñas, así como de adolescente de ambos sexos, con valores y latidos como los de la esperanza, las ilusiones y la generosidad.

El DIF es otro desde que ella llegó hace apenas poco más de un año. El ambiente que se respira en ese mundo ha cambiado brutalmente. Ella, en primer lugar, es la que le ha dado un rostro humano a ese sector tan sensible de la sociedad.

En esta entrevista, Gaby Bonilla nos habla desde un corazón auténtico y con palabras sencillas, pero igualmente auténticas y honestas.

 

Mario Alberto Mejía: Hubo dos momentos, Gaby, dos latidos durante tu informe que, a mí, y a todos los presentes, nos conmovieron: el tema de las adopciones y el de la chica del implante coclear. 

Gaby Bonilla Parada: Hubo gente que me comentó que lloró. Logramos sensibilizar sobre todo en valores que están empolvados en la sociedad. 

 

Exacto. Por ejemplo, el valor de la emoción. La gente ya no se emociona. Las nuevas generaciones difícilmente se emocionan. Tú estás conectando incluso con esas generaciones. 

Las emociones, sí, y hay otra de la misma importancia: el agradecimiento. ¿Cuántos agradecemos que nos levantamos con las dos piernas corriendo? 

 

La palabra gracias ha desaparecido del vocabulario.  

Les digo a mis niñas y a mis niños cuando los veo: “No escuché la palabra mágica que es ‘por favor’ y la otra que es ‘gracias’”. Estamos trabajando con ellos, no solo en darles casa, comida y vestido, sino también retomando esos valores y poniendo límites como papás responsables.  

Me parece que en tu caso esto no nace de un momento político a otro o de una coyuntura gubernamental. Es un tema que vienes trayendo desde hace tiempo. ¿Qué te marco en tu infancia? 

Tuve dos grandes ejemplos sin duda alguna. Yo quedo huérfana de padre muy chiquita, y esto hace que me críe con mis abuelos maternos. Por un lado, yo estoy en casa con mi abuela que está dedicada al hogar y a su negocio, apoyando a mi abuelo. Mi abuela siempre fue una mujer de mucho servicio que buscaba ayudar y no ser vista. Y, por otro lado, la fortaleza de mi mamá —como madre soltera— en el sentido de trabajar para sacar a sus hijos adelante. Esos dos grandes ejemplos me dieron la fortaleza de decir “sí se puede y podemos salir adelante”. Esto es lo que me formó y me convirtió en una mujer comprometida y responsable. 

 

¿Sí te marco tu infancia para lo que estás haciendo ahora? 

Sí, por los ejemplos que te puse. Yo era la mandadera: la que le llevaba de comer a las personas que ayudaba mi abuela y a verificar que todo estuviera bien. Fueron pequeñas acciones que al final marcaron mi vida. 

 

Tu papel como madre es otra etapa clave que también marca a las mujeres. 

Sin duda. Lo que a mí me hizo madurar a muy temprana edad fue ver a mi mamá trabajando ante la ausencia de mi padre. Eso se convirtió en su compañera y su bastón. Fue una manera de decirle: “No estás sola”. Ella, a su vez, buscó darnos un colegio. Fui la primera nieta y, en consecuencia, la consentida, pero nunca para mal. Sabíamos que teníamos que trabajar en la tienda del abuelo y en la responsabilidad del quehacer de la casa. Fuimos una familia que trabajamos y nos superamos juntos, y eso es lo que trato de inculcarles a mis hijas. Ahora, hora bendito Dios, ellas tienen más oportunidades, y eso nos permite abrirles más puertas, pero siempre buscando que nunca pierdan el piso. 

 

Tú, Gaby, eres muy auténtica. He conocido a muchas primeras damas que han estado aquí, pero tú, repito, eres muy auténtica. A ti sí te creemos en todo lo que estás haciendo en el DIF. ¿Cómo le haces?   

Porque sí, soy lo que soy. 

 

Pero también estás evitando el mareo del poder. Porque finalmente el tema del poder apaga la personalidad real de la gente y le genera una hechiza, falsa, de plástico. 

Yo creo que con la conciencia de que el poder es para cambiar vidas, como bien lo dice mi esposo, vamos en esa línea. Además, estamos en una posición de servicio. Nosotros estamos para servirle a la gente y tenemos claro que esto va a acabar, pero seguiremos siendo poblanos y seguiremos saliendo a la calle con la cara en alto, y caminando tranquilos con la conciencia de que cumplimos como ciudadanos y como mexicanos ayudando a nuestro estado. 

 

Tú ya habías estado en varios voluntariados: en Tepeaca y en el Congreso. ¿Cuál es la diferencia entre esas experiencias y ésta que tienes al frente? 

Como dirías tú, Mario, es brutal. (Risas). Este cambio es brutal. La dimensión es increíble. Iniciamos como voluntarios de la Cruz Roja. Muchos años después fuimos rotarios, pero siempre en nuestro municipio. Mi esposo es un hombre muy visionario. Lo conoces. Y no podemos hacer un proyecto pequeño, tenemos que pensar en grande. Entonces tuvimos la visión, cuando fuimos presidentes rotarios, de hacer una escuela, pero para niños Down. Después nos vinimos al Congreso y yo entro al voluntariado, porque es algo que me llena mucho. Lo hago porque es más lo que recibo que lo que puedo dar. Mi esposo es un padre que está siempre pendiente de sus hijas y de que no nos falte nada. Como matrimonio, siempre estamos haciendo equipo. Como familia, haciendo un súper equipo, y siempre viendo que somos afortunados y bendecidos. Después de estar en Congreso, regresamos a Tepeaca, a nuestro municipio. Y ahí empiezo con una responsabilidad al frente del DIF, pero con un gran compromiso. Salí muy contenta y muy satisfecha de lo logrado, y fue una enseñanza a otro nivel. Regresamos al estado y, nuevamente Sergio como diputado, pero ahora ya me toca ser la presidenta del voluntariado. Y me toca armarlo con un proyecto y un plan de trabajo que incluye a todas las diputadas y diputados del estado. A mi esposo como a mí nos ha quedado claro siempre que no debe de haber color partidista a la hora de ayudar, porque estamos en un puesto para servir. 

 

La madrugada del 15 de diciembre de 2022, Sergio Salomón rinde protesta como gobernador. Tú estabas en las galerías del Congreso. Ahí te saludé. Era de madrugada. ¿Ya estabas pensando en la responsabilidad del gobernador, pero también en tu responsabilidad al frente del DIF? 

No. La verdad es que no. Primero que nos cayera el veinte. (Risas). Bueno, a mí, porque a lo mejor él estaba más consciente.  

¿Y en qué momento te cayó ese veinte? 

Cuando llegué a la oficina y me dijeron: “Aquí esta tu oficina, ¿qué vamos a hacer?”. Pues empecemos a trabajar, me dije, porque no hay tiempo para una curva de aprendizaje. Desde entonces no hemos parado. 

 

Esta gubernatura tiene virtudes y defectos. Mucha gente dice que debería durar seis años, pero para quienes están dentro el hecho de que dure dos años marca una diferencia: la brevedad del encargo. ¿La nostalgia ya está llegando? 

No nos ha dado tiempo de pensar en la nostalgia. Pensamos que tenemos que apurarnos, que nos queda poco tiempo. Hay muchas necesidades y tenemos muchos compromisos que hemos adquirido. En lo personal, no me ha dado tiempo de sentir nostalgia. Lo único que le pido a Dios es que quien llegue a cuidar mis niñas y a mis niños los quiera como yo. 

 

¿Cuál es la relación que has generado con tus niños y tus niñas? 

Ha sido una relación de mucha confianza y siento que ellos perciben un tema de seguridad conmigo, porque llego y me abrazan, y me platican los problemones que tienen adentro de la casa. Porque resulta que a uno le tocó la canica más grande y a otro la más chiquita. (Risas).  

 

¿Cómo te llaman tus niños?  

Me dicen como quieren y me hacen como quieren. (Risas). Normalmente los chiquitos me dicen mami Gaby. Ahora, como me han conocido algunos, me llaman Gaby Bonilla. En el informe apareció un video —grabado por un empresario sin que me diera cuenta— en el que una de mis chiquitas me grita “¡Gaby Bonilla!”. (Risas). Ese empresario iba a hacer una donación y estábamos haciendo el recorrido para ver qué era lo que necesitábamos. Así es normalmente cuando llego a ver mis niños: todos corren y todos quieren hablar conmigo de sus temas. Entonces los chiquitos me dicen mami Gaby Bonilla y para los adolescentes soy la mami Gober. (Risas). 

 

Los adolescentes que están en ahí, en la Casa del Adolescente, llevan años de carencias, años de frialdad y, a veces, de malos tratos en el pasado. ¿Cómo ha sido tu relación con ellos? 

Es triste porque, como bien lo dices, muchos de ellos llevan años y nunca pudieron ser adoptados. 

 

¿Se quedaron en la espera de una adopción?  

Sí. Algunos hubiesen podido ser adoptados, pero entre más grandes es más difícil la adopción. Los matrimonios o las parejas que quieren a niños más grandecitos adoptan adolescentes de 12 años. Y ése es un gran logro que tuvimos este año. Tuvimos adopciones de muchas edades. Pero es muy difícil porque son niños que han sido institucionalizados durante muchísimos años. Algo que acabamos de obtener es una clave de educación regular, porque la clave que tenían era de educación especial, para niños con alguna discapacidad, y mis niños necesitan una educación regular. El año pasado empezamos con la gestión con la Secretaría de Educación Pública para que nos dieran claves. Al ser mis niños vulnerables, requieren de mucho más cuidados. No es tan fácil que los saquen a cualquier lugar o que la gente entre a nuestras casas porque nuestros niños corren muchos más peligros. Algunos de ellos fueron testigos de algún acto violento o de delincuencia. Hay quienes han sido golpeados o están amenazados. No es fácil que la gente entre porque podemos violentar algo de su cuidado. No todos los niños pueden salir a clases, pero también tenemos niños que nos llegan de 10 o 12 años que jamás han ido al colegio. ¿Qué les espera a estos niños?  Empezamos a gestionar las claves en el 2023, y ya en este 2024 se formalizaron. Ahora tenemos claves de kínder, primaria, telesecundaria, bachillerato digital y educación para adultos. Ése es un legado que nadie les va a quitar. Mis niños, al igual que otros niños de escuelas oficiales, ya reciben uniforme y útiles escolares. Éste es un gran logro. Imagínate, un pequeño lograba ser adoptado y luego el problema para los papás, si el pequeño tenía 6 años, es que no podía entrar a la primaria porque nunca cursó el preescolar. Ahora nuestros chiquitos salen con su clave y pueden llegar a cualquier colegio, privado o público, porque tienen el nivel educativo de su grado escolar.  

 

Eso se llama generar ilusiones, Gaby, Tú les has generado ilusiones. 

Pues eso he tratado. 

Ese es otro latido: el de la emoción. 

Es lo que he tratado, porque en su corta vida llegan ahí desafortunadamente. Ojalá esas casas no existieran porque los niños que llegan a estas casas han sido víctimas, todos, de diferentes acciones. 

 

En algunos casos hay historias de horror. 

Sí. Mi esposo dice que si alguien quiere conocer la miseria humana, que conozcan las historias de mis niños. Ojalá yo logre sembrar en ellos —desde el más pequeñito hasta el adolescente que ya va a salir— la esperanza de que no todo es malo en la vida. Hemos tratado de darles muchas cosas de las que carecían. Hemos hecho convenios con muchas instituciones. Ahora pueden ir a nadar al Nelson Vargas. Nos dan una hora exclusiva y van de todas las edades: chiquitos, discapacitados y adolescentes. Y les dan la misma clase profesional que al que paga su membresía. Les regalaron sus trajes de baño, sus gorros, y salen de nadar y tiene acceso a todas las instalaciones.  

 

Eso no existía antes. 

Me decían que en algún tiempo lo hicieron, pero no sé en qué años lo llevaron a cabo. También van a pentatlón, donde tienen acondicionamiento físico y, afortunadamente, muchos empresarios nos han abierto las puertas de los que tienen espacios para juegos infantiles. Cierran el espacio para que mis niños vayan seguros. Con la Secretaría de Seguridad Pública hicimos un rally de valores. Fueron los bomberos, el grupo de inteligencia, llevaron a los perritos.  

 

Es un cambio cultural brutal. 

Y que ahora lleguen y me abracen, y me platiquen lo que hacen… Imagínate. Uno de los papás que fueron de estas nuevas familias de adopciones me decía que estaba sorprendido. Se llevó un chiquito como de ocho años a su nuevo hogar y me decía que su hijo se levantaba, tendía su cama y levantaba su ropa. Hay un niño, el más grande, que ya se volvió trabajador del DIF. Ya tiene su credencial y le dieron su gafete. Se llama Clemente y ahora es supervisor de la zona de rehabilitación. Y se trae a la coordinadora, no sabes. (Risas). Y me dice que no llega y que le gusta dormirse en las camas mientras están vacías. (Risas). Tenemos otro chico que está aprendido jardinería y se tarda 15 días en cortar un arbolito, pero ya le pagan. Y todos los días pasa por su peso. Para ellos es una ilusión despertar y sentirse útiles y además Cinia nos abrió las puertas y ahora seis de nuestros chicos están trabajando ahí. Y tienen su dinero.  

 

Vas a extrañar todo esto, Gaby. 

Sí. Los voy a extrañar sin duda alguna. Y, te repito, yo le pido a Dios que quien llegue los quiera tanto como yo. 

 

¿Qué vas a hacer una vez que te vayas?  

Pues yo creo que ya regresaré con mis hijas huérfanas. (Risas). 

 

¿Ellas te acompañan? 

Claro. Incluso van sin mí. Les hablan a las coordinadoras y van a servir, no a sentarse. Y si es necesario les dan de comer a los bebés. Incluso a veces llegan vomitadas, poposeadas. (Risas). 

El día del informe te vi con un gran profesionalismo hablándole al auditorio. Como si eso que hiciste lo hubieras hecho toda tu vida: sin miedo al micrófono. ¿Quiénes fueron tus maestros? 

Pedro Gómez, de Sicom. Un gran equipo: entregado, comprometidísimo, con una gran calidad. Tú lo viste. Tuvieron una capacitación intensiva, de pocos días, de qué es lo que hay en el DIF. Hicieron un gran trabajo.  

 

¿Qué te vas a llevar en diciembre de 2024? 

Una gran enseñanza. Todos los días aprendo algo. Mis niñas y mis niños me enseñan tantas cosas. Me llevo la gran satisfacción de haber hecho todo lo que ha estado en mis manos. Mi equipo me ha aguantado el paso todo el tiempo. Que si hay que irse de madrugada, que si hay que llegar muy noche, que si nos amanecemos en la oficina… Siempre hay una disposición y un compromiso de todo el equipo que nos permite hacer hoy lo que estamos haciendo. Y, sin duda alguna, el respaldo de mi esposo: su comprensión y el empuje de saber que cuento con él para lograr todo esto. Ésta es una razón más para fortalecer nuestro matrimonio. Y espero dejarles a mis hijas un gran legado para que se sientan orgullosas de lo que he hecho. 

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