Con detalles de vidriera con su característico color blanco y azul incrustados como adornos particulares en el Centro Histórico, la ciudad de Puebla celebra los 200 años de Talavera Uriarte, el taller de cerámica vidriada más antiguo del mundo, y lo hace con la exposición del Tibor Gigante, una pieza única de 2 metros de altura que resalta lo representativo de México y Puebla.
El taller, que colaboró para que la ciudad de Puebla obtuviera la denominación de su Talavera como patrimonio intangible de la humanidad por parte de la Unesco, celebró el inicio de sus festividades a lo largo de 2024 como parte de la conmemoración de los 200 años de existencia, periodo en el cual batallaron para lograr que la denominación se quedara en la entidad poblana, y lo hicieron contra el utilitarismo de la cerámica y la fabricación en masa de los fabricantes chinos.
Fabián Valdivia, director del Instituto Municipal de Arte y Cultura del municipio de Puebla, recordó que cuando se comenzó a conformar la carpeta para que el proceso de la Talavera, o cerámica vidriada —como era conocido en España—se conviertiera en patrimonio cultural inmaterial de la capital poblana, los talleres del país europeo se organizaron para luchar por esta denominación al comprender la magnitud de la trascendencia del trabajo artesano de Puebla.
De hecho, el trabajo artesanal hecho en Puebla alcanzó un nivel trascendental e inimaginable debido a que en pocos lugares del mundo se ha conservado, pues en Medio Oriente se ha perdido esta tradición, en Marruecos o en España no lo habían valorado lo suficiente.
Para demostrar que este proceso se ha mantenido sin cambio a lo largo del historia en Puebla se buscó a un taller en particular para dejarlo, y fue cuando se recurrió a Uriarte Talavera, porque en ese taller ha ocurrido algo que en ningún otro se ha podido documentar: ha sido un trabajo artesanal que se ha mantenido intacto desde el siglo XVII.
“Gracias a Puebla, pero en particular a lo que han cuidado muchísimo como empresa Uriarte Talavera es que este proceso es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, esa es la dimensión de Uriarte, algo que no es cualquier cosa”, expresó.
La importancia del proceso del trabajo para la Talavera que se realiza en Uriarte es de alcance internacional, pues no se tiene documentado la existencia de algún otro taller que trabaje en la cerámica vidriada con un proceso tan cuidado desde hace 200 años, y los talleres más cercanos a este proceso se encuentran en España, en particular en Sevilla, donde no se tiene fecha desde cuando se realiza esto, en Países Bajos esos talleres tampoco tienen información al respecto, mientras que en Sudamérica este proceso ha experimentado una transformación y modernización.
Sin embargo, para Fabián Valdivia hubo dos momentos en la historia en los que Uriarte Talavera corrió el riesgo de perder este proceso de tratamiento artesanal a la cerámica vidriada, el primero de ellos fue cuando se trabajó en colaboración con el ceramista catalán Enrique Ruiz Mendoza, quien introdujo a la cerámica utilitaria para su inclusión en las vasijas, pero que Isauro Uriarte —el fundador— tuvo la visión clara de lo que su taller debía hacer: “Está muy bien eso, pero eso se va a perder, hay que llegar a lo artístico, esto se tiene que volver arte”.
El segundo momento histórico en el que casi se pierde el proceso de la cerámica vidriada fue con la invasión de la cerámica china realizada en serio, momento en el que Isauro Uriarte se involucró de lleno para que Puebla obtuviera la denominación de origen de la Talavera.
EL TIBOR GIGANTE DE LOS 200 AÑOS
Para Gennaro García, artista que desde hace más de 20 años trabaja la cerámica vidriada, el Tibor Gigante que conmemora los 200 años de Uriarte Talavera, denominado “Mírame a los ojos, mujer de nopal, que sola no estás”, y que trabajó junto a Enrique Vázquez Tejeda —su maestro con más de 30 años de experiencia trabajando la talavera— representa un trabajo idealizado desde hace años.
Alejado de piezas realizadas con anterioridad, Gennaro García buscó que esta ornamenta contara con un aspecto tridimensional, y para ello además de la clásica figura —que alcanza los 2 metros de altura— cuenta con un “collar de nopales” en la boca de la pieza, la cual fue elaborada desde hace tres años y que ahora acaba de ingresar a la colección permanente del Museo de Arte de Arizona.
“Yo quería hacer un homenaje a la mujer mexicana, a la fuerza de la mujer mexicana, y es lo que ven ustedes en el Tibor, que son cinco mujeres agarradas de la mano con la idea de que cuando se unen son una fuerza más grande”, explica el artistas al referir que para la integración de las mujeres en su obra se apoyó de un trabajo previo llamado “Mujer de agua”, la cual representa también la delicadeza y fuerza de ellas.
Las mujeres integradas en el Tibor son fotografías que Gennaro ha tomado en los últimos cinco años en diferentes entidades de México, cuya vestimenta representa diferentes culturas como la zapoteca, otras más representativas del norte de México, adornadas con más nopales, una parte muy arraigada para el artista de lo que es México.
Y el sello personal no lo podía dejar afuera en su obra, por ello decidió plasmar una serie de manos en diferentes partes de su trabajo, las cuales pertenecen a su esposa y su hija, las cuales fueron ubicadas en las manos de las mujeres que decoran la figura.
Para realizar este trabajo, Enrique Vázquez explicó que el Tibor fue colocado de lado para la pintura de las piezas ornamentales, una técnica muy poco utilizada en el trabajo de cerámica vidriada, pero que para este momento era necesario con el propósito de plasmar las figuras y los colores que necesitaba la obra.
“Agradecer que se me dan estas oportunidades para poder evolucionar yo mismo como persona y como artesano”, agregó.
Asimismo, el secretario de Cultura de Puebla, Enrique Glockner, recordó que hace cinco años se consiguió la denominación de origen de la tañam Poblana como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, por lo que hay una doble celebración para la entidad con su artesanía más preciada.