Aunque la Fiscalía General del Estado (FGE) no cuenta con indicios de que Álvaro N. haya cometido canibalismo tras asesinar a su esposa en la junta auxiliar de La Resurrección, sí fueron hallados en la escena del crimen fragmentos óseos del cráneo de una persona, los cuales pertenecerían a la misma víctima.
Álvaro N. se encuentra detenido y vinculado a proceso por el delito de infracciones a las leyes y reglamentos sobre inhumaciones y exhumaciones, luego de que fue encontrado por policías municipales tratando de enterrar el cuerpo descuartizado de Monserrat en una barranca localizada a un costado de su domicilio.
Margarita Garcidueñas, titular de la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Género, narró los detalles de la aprehensión del sujeto el pasado 2 de julio, quien ha recibido el mote de El Caníbal de La Resurrección, por el violento ataque.
Con su declaración se han desmentido algunas versiones sobre el feminicidio cometido en dicha junta auxiliar, tal es el caso que el implicado no llamó a la Policía Auxiliar para confesar el crimen, sino que fue por el reporte del padre de la víctima que se descubrió su treta.
TRAS LA CAPTURA DE ÁLVARO N.
El 2 de julio fue fatal para la familia de Monserrat: las sospechas de que Álvaro N. había hecho daño a su pareja se hicieron realidad de una forma en que los deudos jamás imaginaron.
Fernando A., padre de Monserrat, llamó a la policía municipal de Puebla para solicitar auxilio, toda vez que su familiar se encontraba en calidad de desaparecida desde hacía dos días.
Fue entonces que elementos de la corporación arribaron a la calle Ignacio Zaragoza para constatar si Monserrat se encontraba bien, pero lo primero que escucharon fue un ruido similar al de una persona que caminaba por encima de sembradíos de maíz, así como ladridos de perros, situación que fue una primera alerta.
Se trataba de Álvaro N., quien en cuclillas removía la tierra para tratar de ocultar una bolsa de plástico color negro que contenía el cuerpo de Monserrat, su esposa, con la que había contraído matrimonio justamente hace un año.
“El hombre, al ver a los policías se puso de pie frente a la bolsa de plástico mencionada, la cual se encontraba entreabierta, confirmando la policía que en su interior había restos y huesos humanos”, sostuvo Garcidueñas.
Los elementos municipales se comunicaron con la Fiscalía General del Estado (FGE) para las primeras diligencias y el 3 de julio, Álvaro N. ya se encontraba vinculado a proceso por el delito de infracciones a las leyes y reglamentos sobre inhumaciones y exhumaciones, con la medida cautelar de prisión preventiva justificada.
Un hecho que quedó en suspenso fue la posibilidad de que Álvaro N. se haya comido el cerebro de su esposa una vez la asesinó. A decir del fiscal, Gilberto Higuera Bernal, ni en los reportes policiales que les hicieron llegar ni en las primeras pesquisas hay indicios de que así haya ocurrido.
Será hasta que las pruebas genéticas concluyan en próximos días cuando tendrán certeza acerca de si estos mismos restos del cráneo pertenecen a Monserrat y en dado caso, conocer si hubo actos de canibalismo.
Lo que sí fue un hecho es que, de acuerdo con Margarita Garcidueñas, en el lugar fue hallado un fragmento óseo de un cráneo, por lo que se tomaron muestras tanto de éste como de familiares de Monserrat para obtener el perfil genético y establecer si hay coincidencia con los otros restos encontrados.
Con la información brindada se descarta la teoría de que los familiares hayan intentado hacer justicia por propia mano, toda vez que fueron ellos mismos quienes solicitaron el apoyo de la policía municipal para encontrar a la mujer de 38 años desaparecida.
Una versión que sigue siendo una incógnita es el motivo por el que Álvaro N. le quitó la vida a su esposa, toda vez que los trascendidos van desde un ataque de celos, exceso de drogas y alcohol, hasta la interpretación de que lo hizo “porque se lo pidió el diablo”.
Por ahora, una de las peticiones más importantes para la familia de Monserrat es la entrega del cuerpo para poder darle sepultura, a la par de un grito de justicia para aplicar el máximo peso de la ley al feminicida que sin piedad arrebató la vida de su esposa y dejó en la orfandad a sus cinco hijas.