Bad Bunny despidió su residencia “No Me Quiero Ir de Aquí: Una más” en el Coliseo de San Juan con un espectáculo de más de tres horas que fue transmitido en vivo por Prime, y que traspasó las fronteras de Puerto Rico para conectar con el mundo entero.
Lejos de ser solo un concierto, el evento fue un manifiesto artístico y cultural que sintetizó más de una década de carrera del artista: raíces, evolución sonora y representación boricua.
Dividido en tres actos narrativos, el show comenzó con una atmósfera íntima centrada en su más reciente álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS, donde interpretó temas como Weltita junto a Chuwi, además de versiones acústicas de clásicos como Ni bien ni mal y Si estuviésemos juntos.
En el segundo acto, la tarima se encendió con reguetón puro. Desde la famosa “casita”, Bad Bunny recibió a Jowell y Randy, Miky Woodz, Ñengo Flow, Rainao, De La Ghetto y Arcángel, consolidando un homenaje al reguetón como movimiento histórico, colectivo y vivo.
El gran cierre celebró el orgullo puertorriqueño con una explosión de salsa, bomba y plena. Marc Anthony interpretó Preciosa junto a Bad Bunny, mientras Los Pleneros de la Cresta encendieron el recinto. La sorpresa de la noche, Baile inolvidable, fue un símbolo de comunión intergeneracional.
Durante sus 31 funciones, la residencia estuvo reservada exclusivamente para residentes puertorriqueños y generó una derrama económica estimada entre 200 y 700 millones de dólares.
Con este cierre, Bad Bunny reafirma su lugar como ícono global que fusiona modernidad y herencia cultural latina, proyectando al mundo el pulso inagotable del Caribe.
