Alexia Putellas no se llevó el Balón de Oro 2025 —que finalmente fue para su compañera Aitana Bonmatí—, pero volvió a acaparar flashes y titulares en la alfombra roja del Teatro du Châtelet de París. La capitana del FC Barcelona apostó por un vestido cuyo significado fue mucho más allá de la moda: un guiño de estilo que solo los entendidos supieron descifrar.
El diseño, firmado por Maison Margiela y estilizado por Alba Melendo, destacó por su sobriedad elegante: satén martillado, cuello barco, escote en la espalda y sutiles transparencias que dejaban entrever algunos de los tatuajes de la futbolista. La prenda, valorada en 2.650 euros en la web oficial de la firma, fue una apuesta menos obvia y más conceptual que los vestidos habituales en este tipo de galas.
La elección no fue casual. El uso de transparencias que mostraban sus tatuajes convirtió el vestido en un manifiesto personal: autenticidad, fuerza y vulnerabilidad, elementos que forman parte de la identidad pública de Putellas. Además, optar por Margiela —una casa reconocida por su moda reflexiva y alejada de lo puramente comercial— situó a la jugadora en un terreno de sofisticación que rompe con los códigos clásicos del glamour deportivo.
El contraste con ediciones anteriores resulta evidente. En 2022, Putellas apostó por un diseño de Jesús Peiró en negro y dorado, inspirado en el brillo del propio trofeo. Tres años después, en cambio, la futbolista dejó claro que no busca encarnar al galardón, sino expresar su propio relato a través de la moda.
Más allá de la pasarela, el vestido de Alexia Putellas se interpretó como una declaración de intenciones: ya no solo es la futbolista que hizo historia con dos Balones de Oro, sino también una figura que entiende el poder de la imagen para comunicar quién es dentro y fuera del campo.