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martes, marzo 25, 2025

A la espera del acuerdo: la BUAP responde pliego petitorio, los estudiantes analizan

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La tarde del sábado en Ciudad Universitaria, un grupo de estudiantes aguardaba con ansiedad la reunión en la que la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) daría una respuesta formal a su pliego petitorio. Después de semanas de paro, de movilizaciones y de un ambiente de tensión en los campus, llegaba finalmente el momento de conocer qué tan dispuesta estaba la universidad a atender sus demandas.

El ambiente en las inmediaciones de CU oscilaba entre la expectativa y la desconfianza. Mientras algunos estudiantes discutían en pequeños grupos sobre lo que esperaban de la reunión, otros observaban con cautela a los representantes de la Comisión Institucional, quienes llegaban con documentos en mano.

José Jaime Vázquez López, vicerrector de Docencia, encabezaba la delegación universitaria que tenía la tarea de presentar la respuesta oficial de la BUAP.

La reunión comenzó con la entrega de un documento en el que la universidad desglosaba las 241 demandas de los paristas en tres categorías: corto, mediano y largo plazo. No tardaron en surgir las primeras reacciones entre los estudiantes, algunos tomaban notas mientras otros susurraban comentarios entre sí. Era el primer momento decisivo en el proceso de negociación.

Vázquez López explicó que 136 peticiones podrían resolverse en un lapso de 45 días tras el regreso a las actividades presenciales. La noticia generó algunas expresiones de alivio, pero también de escepticismo. Entre estas primeras soluciones, destacó la instalación de un comedor universitario, un proyecto que ya había sido aprobado por el Consejo Universitario y que respondía a una de las preocupaciones más urgentes del alumnado: el acceso a alimentación económica dentro del campus.

Sin embargo, otros problemas, como las deficiencias en infraestructura, despertaban mayor desconfianza. Por tanto, Vázquez anunció que se harían intervenciones en los baños, tras las constantes denuncias sobre la falta de papel, agua potable y condiciones mínimas de higiene. 

Además, prometió la dotación de reactivos y materiales en laboratorios, una exigencia importante para los estudiantes de áreas científicas y de la salud.

A esto se sumó un compromiso para abordar el rezago escolar, con especial atención en aquellas facultades donde las prácticas clínicas resultan importantes para la formación de los estudiantes. De paso, aseguró que se repondrían las clases perdidas y que se extenderían los periodos de actividades prácticas durante el interperiodo académico.

Otro de los anuncios que más llamó la atención fue la instalación de módulos itinerantes de la oficina de la Abogada General y la Defensoría de Derechos Universitarios, a fin de agilizar la recepción y el seguimiento de quejas, particularmente en casos de acoso y violencia de género. 

Mientras la presentación avanzaba, abordó el tema de las 83 demandas que la universidad se comprometía a resolver antes de septiembre y las 32 peticiones que quedaban sujetas a revisión después del actual periodo rectoral.

El vicerrector destacó que la BUAP había destinado una partida presupuestal de 160 millones de pesos para atender las demandas más urgentes, esto como un esfuerzo por demostrar la voluntad institucional de solucionar el conflicto. 

Cuando la reunión llegó a su fin, para los estudiantes, había mucho que analizar, aunque la atención de la Benemérita fue récord: en solo tres días, la máxima casa de estudios en Puebla logró analizar y dar una respuesta puntual a los estudiantes sobre sus demandas e inquietudes, logrando establecer compromisos claros con la comunidad.

En los pasillos de CU, la discusión continuaba. Había quienes consideraban que el paro ya había logrado su objetivo y que era momento de regresar a clases, mientras que otros temían que si levantaban la protesta demasiado pronto, las autoridades no cumplirían con lo prometido.

A medida que el día avanzaba y los grupos estudiantiles debatían su siguiente paso, la universidad permanecía a la espera de una respuesta definitiva. La BUAP ya había jugado su carta, pero el futuro del paro seguía en manos de los estudiantes.

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