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miércoles, enero 22, 2025

Mirar con otros ojos: El redescubrimiento de lo cotidiano en “Cien fachadas, un millón de historias” de Jorge Gamboa

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Jorge Gamboa, con su propuesta Cien fachadas, un millón de historias, irrumpe en la narrativa visual del Centro Histórico de Puebla y logra algo que pocas iniciativas artísticas contemporáneas pueden presumir: volver a mirar lo cotidiano con ojos de descubrimiento. 

Llama la atención cómo el artista, al tratar de crear un cuento a partir de la imagen, consigue mezclar el espacio público con lo privado; lo público lo vemos cuando estamos frente a su obra, o se puede pasar por el frente de la fachada expuesta, y lo privado es esa narrativa íntima y silenciosa que lo llevó a pensar más allá de lo que él mismo podía ver, por ello, se atrevió a reconstruir cada casa en una historia, mezclando la identidad visual, la evolución histórica de la ciudad, la crónica, las texturas de las paredes, lo tradicional arquitectónico, en contraposición a los desafíos y desaciertos de la modernidad que ha conllevado el descuido urbanístico, a pesar de que todos sabemos que el Centro Histórico de Puebla es Patrimonio Cultural de la Humanidad, otorgado por la UNESCO desde 1987. 

Cada propuesta no solo revela detalles arquitectónicos, sino que también le devuelve el aura visual a cada inmueble, resultando que las casas dejan de ser meros testigos de tránsito diario para transformarse en voces de una conversación antigua. 

La propuesta de Gamboa se distingue por su sensibilidad estética y su respeto al valor patrimonial. Las fachadas, en su composición fotográfica a partir del collage digital, resignifican sus partes, que son tratadas con cierta meticulosidad al resaltar elementos distintivos de los diversos matices de sus calles. En cada imagen, Gamboa no solo nos invita a observar; sino que exige a detenernos y rememorar el pasado. Uno de los mayores logros de este proyecto es su fina capacidad para instaurar desde el arte una forma renovada de mirar lo propio, en una globalización saturada de imágenes, él ofrece un respiro para detenernos en el detalle, a redescubrir el valor del fragmento frente al todo.   

En esta reeducación visual, como si se tratara de un alquimista de la pantalla, Jorge logra equilibrar lo monumental con lo humilde. Además, Cien fachadas, un millón de historias adquiere un valor en las leyendas, cuentos, anécdotas, que han albergado y en los ecos de vidas que han transcurrido entre sus paredes. Gamboa encuentra belleza en esas narraciones reales e imaginadas, a partir de los signos que evocan el desgaste que el tiempo ha dejado, y en este contraste, la obra adquiere un carácter profundamente humano y sensible. 

La selección de estas cien fachadas es un microcosmos que encapsula la riqueza cultural que no solo se reafirma como patrimonio universal, sino como un espacio íntimamente ligado a las vivencias de quienes lo habitan, lo han habitado y el ciudadano de a pie. Este enfoque conecta al espectador con una ciudad que no solo pertenece al pasado, sino que sigue viva. 

El diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo es un reflejo de la identidad poblana. Las influencias coloniales, barrocas y neoclásicas no se perciben aquí como vestigios estáticos, sino como elementos que han evolucionado y se han adaptado a lo largo del tiempo, al igual que la propia ciudad. Esta convivencia estilística es un recordatorio del mestizaje cultural que define a Puebla y, en un sentido más amplio, a México. 

La exposición no es solo una celebración de la belleza escondida de Puebla, sino un llamado a la acción gubernamental, porque Jorge, en cada obra hace una propuesta al rescate de la memoria urbanística y un llamamiento a la recuperación de estas fachadas como un recordatorio de la responsabilidad colectiva que tienen los mandatarios de preservar este legado, y siendo así, no quedaría su obra como mero sentido estético sino como un arte crítico que pasa de la propuesta visual a la acción social, convirtiendo su obra en un manifiesto cultural visual de Puebla. 

En el mundo tan vertiginoso en el que vivimos y donde el ritmo acelerado nos aleja de los detalles, este proyecto es un llamamiento de que el arte —y la vida— reside en lo que solemos pasar por alto. Por eso Gamboa mira con otros ojos la cotidianidad, pero entre líneas, o espacio de una obra dialogando con la otra, nos estimula a sentir, a recordar y a valorar lo que le pertenece a Puebla.   

  

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*** La exposición la pueden visitar de martes a domingo de 10 a 18 horas, hasta el 16 de abril de 2025, en San Pedro Museo de Arte, en el Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, México.  

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