En una entrevista, Don Armando Bárcenas, con 65 años, narra el ataque en el CCH Sur, pues tras más de tres décadas en el área de mantenimiento, jamás imaginó que enfrentaría un intento de asesinato. El pasado 22 de septiembre, su vida cambió cuando Lex Ashton “N”, un joven de 19 años, ingresó al plantel con armas blancas, gas pimienta y una clara intención de matar.
La agresión ocurrió poco después de que Jesús Israel, estudiante de 16 años, fuera asesinado con seis puñaladas en el estacionamiento del colegio. El ataque fue confirmado por la Fiscalía General de Justicia de CDMX.
Vestido como un verdugo —sudadera negra, goggles, guantes, guadaña y dos navajas—, el agresor se topó con Don Armando, quien tomaba una llamada cerca del taller de mantenimiento.
“Ahora sigues tú, puto”, le dijo antes de arrojar gas pimienta directamente a los ojos del trabajador y clavarle una guadaña en la cabeza.
Herido, cegado y confundido, logró desarmar al atacante y gritó:
“¡Agárrenlo, agárrenlo!”, mientras el joven huía.
Gracias a su acción, otros trabajadores lo persiguieron. Al verse rodeado, Lex Ashton se arrojó desde un edificio de cinco metros, fracturándose las piernas. A pesar de su dolor, Don Armando preguntó si lo habían capturado. Supo entonces que el atacante estaba vivo… y que lo vería nuevamente.
En el hospital de la UNAM, donde fue trasladado Ashton, los médicos pensaron que era víctima, no agresor. Don Armando lo reconoció, pero no le permitieron acercarse.
“Solo quería saber por qué me atacó. ¿Qué le hice?”, dice aún con rabia y desconcierto.
El ataque, en sus palabras
La herida en su cabeza requirió 30 puntadas. Pensó que le habían golpeado con un hacha, pero al ver el arma en el suelo, descubrió que era una guadaña.
“Si no le quito el arma, tal vez yo no estaría aquí”, confiesa.
Aunque el STUNAM lo llama héroe, él prefiere otro término:
“Héroe no. Víctima, tampoco. Soy sobreviviente.”
Hoy, pide regresar al trabajo. No quiere jubilarse aún. Asegura estar listo para continuar… pero también lanza un mensaje claro:
“No tengamos miedo. Si intentan algo similar, hay que estar preparados. Miedo nunca me ha dado.”
En medio de amenazas y evacuaciones en planteles de la UNAM y CCHs, Don Armando representa una historia de coraje y temple que no debe olvidarse.