Publicado originalmente por Elena San José en El País, compartimos este reportaje por su relevancia e interés periodístico.
Isaí López y Jesús Laiza llevaban juntos y enamorados cinco años, casi desde que se conocieron haciendo campaña por el Partido del Trabajo (PT) en el pandémico 2020. Se mudaron juntos a la casa de los padres de Isaí, en Tizayuca (Hidalgo), y de esa misma casa partieron el sábado por la mañana hacia la marcha del Orgullo LGBTI+ en Ciudad de México. Alegre y extrovertido el primero, reservado y atento el segundo: comprometidos los dos.
Allí celebraron el Orgullo, sacaron fotos y las compartieron; y todavía volvieron a tiempo de festejar en su localidad el cumpleaños de Jesús, que el lunes cumpliría 36 años. No les dio tiempo, sin embargo, a regresar a su casa, y tampoco a alcanzar el día del cumpleaños.
El rastro de esta pareja LGBTI+ se pierde tras la salida del bar La Cabaña, donde se encontraron con sus amigos. El domingo aparecieron baleados en un vehículo abandonado en Hueypoxtla, en el límite del Estado de México, antes de cruzar a Hidalgo.
El coche donde fueron encontrados pertenecía al dueño del local, también parte del colectivo LGBTI+, quien fue brutalmente asesinado y cuyos restos fueron dispersados en tres municipios del Estado de México, según reportes de la Fiscalía estatal. La dependencia investiga si ambos delitos están relacionados o si se trata de una fatal coincidencia, aunque hasta el momento descartan un crimen de odio.
El entorno de la pareja asesinada señala que hacía tiempo que recibían amenazas, aunque no se ha determinado si estaban relacionadas con su activismo LGBTI+ o por su actividad política. Las autoridades han detenido este miércoles a tres hombres vinculados con el homicidio del propietario del bar, a quienes se identificó armados y manejando el vehículo usado para trasladar los restos.
El vínculo con los activistas no está claro, salvo su presencia en el bar aquella noche, donde se encontraron con su amigo Francisco León.
“Estuvimos hablando de sus proyectos políticos, porque Jesús ahora estaba en otro partido, y de que íbamos a ir a la playa dentro de unas semanas, a Veracruz. Estuvimos como siempre, contentos. Nos abrazamos. Ese es el recuerdo con el que me quedo”, relata Francisco, intentando no quebrarse.
Francisco es representante estatal del PT, y fueron ellos quienes le ayudaron durante varios años a desplegar en el municipio las campañas del partido. Luego sus caminos profesionales se separaron, y Jesús pasó a formar parte de otro partido, Espacio Hidalgo, donde trabajaba en el área de diversidad.
Su compañero Isaí vendía perfumes. “Cuando vendía alguno me lo contaba con mucha pasión, con mucho orgullo. Era muy bueno para las ventas”, dice. Él vivió su historia desde el principio y su tristeza es honda: “No se podía entender al uno sin el otro. Eran un complemento”.