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miércoles, mayo 28, 2025

La muerte de El Perris acelera la decadencia de Los Chapitos

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La caída de uno de los principales lugartenientes de los hijos del capo se une al hallazgo de otro cadáver de un líder del grupo en Sonora, todo en plena guerra con la facción de los secuaces del Mayo Zambada La crisis de Los Chapitos se acelera en el noroeste de México, base de sus actividades criminales, escenario de sus disputas con otras facciones del exangüe Cartel Sinaloa, del que una vez formaron parte. Comandado por Iván Archivaldo Guzmán y su hermano Jesús Alfredo, ambos hijos del Chapo, capo histórico de la organización, el grupo de Los Chapitos pierde efectivos a marchas forzadas, culpa de detenciones y muertes, en algunos casos, aunque también de deserciones y nuevos acuerdos de viejos aliados. La vida a salto de mata de Iván Archivaldo, líder de la facción, que escapó por poco de las autoridades en febrero, según han relatado diferentes medios estos meses, dibuja los aprietos de los Guzmán.

Sinaloa y el noroeste llegan a los 250 días de guerra. La batalla que han librado Los Chapitos contra los secuaces de Ismael El Mayo Zambada desde septiembre, primero en Culiacán y luego en el resto del territorio, parece entrar en una nueva fase. El viernes, militares mataron en una comunidad de Navolato, al norte de Culiacán, a Jorge Humberto Figueroa, alias El Perris, uno de los principales operadores del grupo sobre el terreno. La caída de El Perris ocurría después de varias semanas de escalada en el conflicto, con explosiones en pueblos serranos, envueltas en rumores de traiciones de grupos que una vez pelearon junto a los hijos de Guzmán. La región ya cuenta cientos de muertos y un número parecido de desaparecidos, tragedia paralela a la de la maltrecha economía local.

Es difícil leer con claridad qué significa la caída de El Perris. En octubre de 2019, durante el primer culiacanazo –la brutal reacción de Los Chapitos al intento de detención de uno de ellos, Ovidio– El Perris fue uno de los sicarios que se enfrentó a las autoridades en la ciudad. Lo recuerda bien el cantante Luis R. Conríquez en su corrido, El 27, otro de los apodos de Figueroa: “Soy el del tostón que estaba tirado, de pecho en tierra bien encascado, quemé cartuchos tumbando guachos, Cheyenne azul llegó a rescatarlos”. Hay vídeos suyos de aquel día. Efectivamente, aparece tirado en el piso, el pecho a tierra, con un fusil supuestamente calibre 50, disparando.

No está claro qué pasó en los años posteriores. Al parecer, El Perris operaba junto a Nestor Isidro Pérez, alias Nini, líder de uno de los brazos armados de Los Chapitos, llamado como él, Los Ninis, ejecutor del culiacanazo. Pero la caída del Nini en noviembre de 2023, seguida de la detención o la muerte de otros hombres fuertes de Los Chapitos sobre el terreno, caso del Chore o El Piyi y, más recientemente, El Güerito Canobbio y Jando, enrarecieron el ambiente. Reporteros especializados en el mundo criminal de Sinaloa, como José Luis Montenegro, señalan que El Perris había traicionado a los Guzmán.

En cualquier caso, parece que El Perris murió bastante solo. Por las fotos de la refriega, hubo al menos otro muerto, aunque ninguna autoridad ha confirmado su identidad. En cualquier caso, sería solo un apoyo, para alguien con cierto peso en el mundillo criminal sinaloense. En estos días ha trascendido un audio de un supuesto pedido de ayuda de El Perris, acorralado por el Ejército en su casa. Desesperado, el hombre pide auxilio a sus viejos camaradas, pero la ayuda nunca llega. Su muerte fue celebrada por el Gobierno federal, que consideraba al sicario como uno de los principales generadores de violencia de la zona.

Un par de días más tarde, la Fiscalía de Sonora informaba de un nuevo golpe al grupo. En Pitiquito, un pueblito cerca de Caborca, junto a la frontera con Estados Unidos, las autoridades encontraron el cadáver de Eleazar Pulido Landeros, alias Delta 10, último representante, según informó la agencia investigadora, del grupo de Los Deltas, otro brazo armado leal a Los Chapitos, en la frontera de Sonora. Aunque no se sabe quién lo mató, todo apunta a las otras células que trafican droga y tratan migrantes en la zona, Los Cazadores, por un lado, y los remanentes del Cartel de Caborca, vieja marca de Rafael Caro Quintero, por otro.

Más complicada de interpretar resulta la detención de nueve integrantes del clan de los Salazar en Guaymas, en el sur de Sonora, estos días. Muchos medios han vinculado a Los Salazar con Los Chapitos, pero ya hace meses que ambos grupos no trabajan juntos, según dos fuentes conocedoras de la situación de seguridad en el noroeste, consultadas por EL PAÍS. “Los Salazar efectivamente estuvieron aliados a Los Chapitos en Sonora y Baja California. Sin embargo, desde el primer trimestre de 2024 parecen haber formado una organización criminal independiente denominada Nuevo Cártel Independiente de Sonora”, dice una de las fuentes.

Las noticias no son buenas para Los Chapitos, en cualquier caso. Estas muertes y las escaramuzas en la sierra, en zonas de Badiraguato, Guamuchil y Mocorito, se suman a la salida de México de familiares de los Guzmán. Hace unas semanas, 17 familiares de la rama Guzmán López de la familia, a la que pertenecen Ovidio y Joaquín, hijos del Chapo, ambos presos en Estados Unidos, cruzaron de Tijuana a California. Al parecer, su salida responde al proceso de negociación de los hijos presos del Chapo con las autoridades de Estados Unidos. En el contexto bélico de Sinaloa, su salida se lee en clave de debilidad. Para el resto de la población, el viaje de los Guzmán y el resto de eventos anticipan, posiblemente, una de las fases finales del conflicto entre facciones.

Con información de Pablo Ferri de El País.

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