La industria ganadera mexicana enfrenta una crisis sanitaria y económica tras la decisión del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) de suspender, por 15 días, la importación terrestre de ganado vacuno, equino y bisontes vivos provenientes de México.
La medida fue tomada tras detectarse un brote del gusano barrenador del Nuevo Mundo (Cochliomyia hominivorax), una plaga altamente destructiva para el ganado, que tardó tres décadas en erradicarse en EE.UU.
La suspensión afecta de manera directa a los estados del norte como Sonora y Chihuahua, que movilizan más de 5,700 cabezas de ganado diariamente hacia el país vecino. El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) estimó pérdidas económicas diarias de hasta 11.4 millones de dólares por la interrupción del comercio.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, calificó la acción estadounidense como “unilateral” e “injusta”. Además, señaló que Estados Unidos es corresponsable del brote, ya que opera en Panamá el único laboratorio productor de moscas estériles, principal método biológico para el control de esta plaga, y ha sido negligente en su distribución desde 2023.
En respuesta, el gobierno mexicano anunció el fortalecimiento de los controles sanitarios en la frontera sur, inversión en la producción nacional de moscas estériles y mejoras en la infraestructura de los puntos de cruce fronterizo certificados.
La situación plantea un reto diplomático y sanitario, mientras el sector ganadero mexicano busca proteger sus exportaciones, que representan una fuente vital de ingresos y empleo en el país.