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jueves, mayo 29, 2025

Tiempo de búfalos en México: La poesía de la elección judicial

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Las manadas de búfalos avanzan. No lo hacen por voluntad propia ni con conciencia de su dirección, sino por el silbido amaestrado de quienes conducen esta marcha electoral disfrazada de democracia. En este tiempo de búfalos, las elecciones se han convertido en un laberinto diseñado para confundir al votante, alejándolo de su casilla habitual, empujándolo a urnas donde el procedimiento es enredado, desinformado y deliberadamente confuso.

La boleta electoral se ha vuelto un acertijo; votar se asemeja más a un acto de fe que a una decisión informada. Mientras tanto, en estados como Oaxaca, Puebla, Nuevo León y otros tantos, se distribuyen “acordeones” —papeles con instrucciones precisas sobre por quién marcar la boleta— a los beneficiarios de programas sociales. No son ayudas, son contratos de obediencia política camuflados de asistencia. El trueque es claro: voto por dádiva.

Entre los candidatos hay perfiles de todo tipo, pero muy pocos merecen ese nombre. Algunos tienen el pasado más oscuro que un apagón en pleno juicio; otros están tan inflados académicamente como un chicharrón, pero no saben distinguir entre una demanda y un oficio. Hay quienes creen que el SISE (el Sistema de Gestión Judicial del Poder Judicial de la Federación) es una aplicación mística de la 4T. Lo que veremos en las boletas es una colección de carreras truncas, compitiendo por escalar la cima del Kilimanjaro institucional.

Muchos de los aspirantes carecen del perfil mínimo necesario. Y no hablamos únicamente de quienes egresaron de universidades de papel, con planes de estudio que hoy solo servirían como antología de historia del derecho. También hablamos de los que se jactan de tener doctorados y maestrías, pero jamás han pisado un juzgado, que no saben cómo se abre o se cierra una audiencia, que no distinguen entre una jurisprudencia obligatoria de la Suprema Corte y una aislada de un tribunal colegiado.

Parecía todo muy turbio, hasta que se volvió evidente: el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación se apoderó del Congreso como quien ocupa un terreno baldío. Y ahora, en esta farsa democrática, intenta maquillar su hegemonía electoral con un discurso inclusivo y popular, mientras bajo la mesa se cuecen las maniobras que encadenan la voluntad del votante.

Sepa usted, lector, por qué esto importa:

  1. Porque votar sin información es igual a no votar. Y eso es exactamente lo que pretenden: que no entiendas, que no preguntes, que solo marques lo que te dicen.

  2. Porque el sistema de programas sociales se está utilizando como palanca electoral. Se condiciona la supervivencia básica al respaldo político, y eso es una forma cruel de esclavitud moderna.

  3. Porque quienes aspiran a gobernar, legislar o impartir justicia no están calificados. La mediocridad ha dejado de ser la excepción para volverse la regla.

Este es el tiempo de los búfalos, donde la estampida reemplaza al juicio crítico, donde el voto se transforma en instrumento de control y no de libertad. Y mientras el gobierno se adueña de las urnas, los ciudadanos estamos llamados a resistir con una sola arma: la conciencia.

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