El reciente proceso electoral, más allá de los resultados que arrojó, se ha convertido en histórico por el grado de violencia que alcanzó, por un lado, y, por el otro se ha de destacar la participación violenta y criminal que tuvieron las diferentes bandas delincuenciales pertenecientes al crimen organizado. Como en ningún otro proceso electoral en la historia contemporánea de México se había asesinado a tantos candidatos y candidatas.
Un reporte de Integralia nos muestra que tres entidades fueron las que presentaron los mayores números de violencia político electoral durante el actual proceso. Estos estados son: Guerrero con 105 víctimas registradas; Chiapas con 88 y Puebla con 68. Mientras que los estados que presentaron un mayor número de municipios afectados fueron los siguientes: Chiapas un total de 29 municipios presentaron víctimas; en Guerrero fueron 26 municipios y en Puebla 26 municipios. También se dieron asesinatos durante el actual proceso: 37 candidatos y candidatas fueron asesinados por el crimen organizado. Según datos de Laboratorio Electoral la distribución de estas muertes fue de la siguiente manera: Guerrero fue la entidad federativa que más tuvo con 9; le sigue Chiapas con 5; en Michoacán hubo 4; con tres asesinatos están los estados de Jalisco y Puebla; con 2 hubo cinco entidades federativas: Estado de México, Guanajuato, Morelos, Oaxaca y Veracruz; mientras que con 1 se encuentran los estados de Colima y Tamaulipas, además de la Ciudad de México.
No podemos dejar de mencionar el asesinato del candidato a regidor de Izúcar de Matamoros, en Puebla, Jorge Huerta Cabrera, quien se dirigía a su casa acompañado de su novia y otro miembro de su partido, PVEM, quien fue abatido por dos sujetos con armas de alto calibre. La intención está clara, se tenía el propósito de acabar con él, de infringirle la muerte.
Debemos destacar que 26 de los 37 asesinatos que hubo fueron con bala y de manera directa, esto es, iban con el propósito de eliminar al objetivo. En 6 casos las víctimas fueron desaparecidas, y al ser encontrados sus cuerpos tenían señas de tortura, heridas de bala y desmembramientos. Hemos de mencionar que el 40 por ciento de las y los candidatos que fueron asesinados, recibieron primero amenazas.
La sociedad está huérfana en el tema de la seguridad. Las candidatas y los candidatos participantes en el actual proceso electoral así lo han evidenciado ante la actitud violenta y mortífera del crimen organizado. No ha podido el gobierno federal cumplir con su responsabilidad y obligación de garantizar la seguridad, la integridad y, obviamente, la vida misma de todos y todas las candidatas, ni de los familiares, ni de todas aquellas personas que participaron en el proceso electoral.
Los muertos ahí están, y ni el cinismo oficial los puede ocultar. Los triunfos y las derrotas están teñidas de rojo. Esperemos que la seriedad y el respeto por la vida regresen a Palacio Nacional por el bien de toda la sociedad.