Debo confesar que tengo algunos libros que conservan intacta la envoltura con la que llegaron a mi librero desde algún lugar y, no es porque desdeñe su lectura obviamente los he adquirido con la intención de devorar su contenido, pero a veces el tiempo me juega en contra.
Ayer me disponía a elegir uno de esos textos intocados, cuando me topé con un cuento extraordinario de Gabriel García Márquez “Yo solo vine a hablar por teléfono”.
Este relato cuenta la historia de María de la Luz, una mujer que por azares del destino queda varada en una carretera solitaria, después de algunas horas, aparece un autobús, ella pide al chofer que la lleve al lugar más cercano, donde pueda hacer una llamada telefónica e informarle a su marido de su desafortunada situación.
El chofer decide ayudarla y María sube al camión para descubrirlo repleto de mujeres adormiladas, en el trayecto ella también es vencida por el sueño, al despertar ya es de noche y se encuentra en un lugar completamente desconocido, aturdida solicita un teléfono para hacer esa ansiada llamada, pero nadie le da una respuesta, es ahí donde empieza su verdadera tragedia.
María está en un hospital psiquiátrico y absolutamente nadie le cree que solo ha ido a buscar un teléfono y hacer una llamada de auxilio, sus lamentos y protestas no sirven de nada, ella sigue ahí encerrada en un dormitorio, en una ocasión consigue llamar a su marido pero éste no logra escucharla, sumida en la desesperación empieza a acostumbrarse a que nadie la escuche.
Este cuento mágico, me hizo pensar en la desesperación y frustración que deben sentir los cientos de familiares de las personas desaparecidas en México. Desde el momento en que van a denunciar la desaparición, se les cuestiona “¿ya lo buscó bien? debe andar por ahí con sus amigos”, “seguramente se fue con el novio, al rato que se peleen regresa”, son algunas de las frases que tiene por respuesta, en lugar de recibir ayuda.
Darle veracidad a su voz, es una lucha agotadora que de ninguna manera deberían estar librando, lamentablemente al igual que María, siguen intentando hacer esa llamada de auxilio, sin encontrar un interlocutor del otro lado de línea, a pesar de que el teléfono siga y siga timbrando.
Sin duda alguna las autoridades (de antes o de ahora), tiene una deuda con las y los allegados de desaparecidos en nuestro País, sin embargo, este lunes inicio una serie de mesas de diálogo entre colectivos de personas buscadoras y el Gobierno de México.
Como conclusión de este primer encuentro la titular de la Secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez, fue contundente al indicar que “se desharán de los funcionarios indolentes que no tomen en cuenta las denuncias de desaparecidos”, por su parte la vocera y fundadora de Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, reconoció la decisión de la Presidenta de impulsar iniciativas para frenar y prevenir la desaparición de personas, también calificó el encuentro de histórico porque “nunca antes había sido escuchadas”.
El panorama de diálogo es realmente alentador, escuchar a las agrupaciones de persona buscadoras, es en sí mismo, ya es un pequeño, pero contundente avance para saldar esa deuda histórica, esperemos que de estas mesas de trabajo se materialicen acciones eficaces para prevenir y erradicar la desaparición de personas en México.