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miércoles, octubre 1, 2025

La necesidad de verse siempre perfecta

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Paloma Nicole, una adolescente de apenas 14 años originaria de Durango, falleció el 20 de septiembre de 2025, tras someterse a una cirugía plástica, lo que sería un supuesto “regalo” de su madre por su próximo cumpleaños, se convirtió en una pesadilla de complicaciones médicas fatales.

¿Por qué una niña de esa edad quiere someterse a una cirugía estética? Acaso no tendría que estar preocupada solo por sus clases e interesada en jugar. La respuesta es evidente: La necesidad de cumplir con estándares de belleza inalcanzables.

La presión por un físico ideal no es nueva, pero las plataformas digitales han amplificado su alcance, Instagram, TikTok y otras redes sociales bombardean a las adolescentes con imágenes de influencers, modelos y celebridades que exhiben cuerpos esculturales, rostros perfectos y estilos de vida aparentemente impecables. Estas imágenes, a menudo retocadas con filtros, edición digital e inteligencia artificial, crean un estándar de belleza que no refleja la realidad.

Esta presión no solo proviene de los medios, también de entornos cercanos, desde comentarios familiares sobre el peso hasta la comparación implícita en grupos de amigas, las mujeres somos constantemente evaluadas por nuestra apariencia, pues desde pequeñas nos enseñan que nuestro valor está ligado a como lucimos.

Además, en el ámbito profesional, las mujeres afrontamos la presión no solo de ser competentes, sino también de cumplir con múltiples roles (madres, esposas, hijas, trabajadoras, profesionistas), pero siempre luciendo “hermosas”, impecables y sobre todo felices, lo que genera un agotamiento emocional constante.

Asimismo, la narrativa de la “perfección” ignora la diversidad, los estándares de belleza predominantes suelen privilegiar cuerpos delgados, pieles claras y rasgos eurocéntricos, dejando fuera a mujeres de diferentes etnias, tallas y contextos. Este mensaje implícito de exclusión refuerza la idea de que solo ciertas mujeres son “válidas” o “deseables”.

Por otra parte, la industria de la belleza ha sabido capitalizar esta presión social, las marcas promueven productos y servicios que prometen acércanos a ese ideal inalcanzable; cremas antienvejecimiento, sérums para una “piel de porcelana”, dietas milagrosas y procedimientos quirúrgicos estéticos, son solo algunos ejemplos de un mercado que prospera lucrando con las inseguridades.

Pero tratar de alcanzar el “físico perfecto” tiene consecuencias devastadoras en la salud mental. Ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y la dismorfia corporal son algunas de las más comunes; de igual forma la constante comparación con los estándares de belleza y éxito disminuyen la autoestima y causan un sentimiento constante de insuficiencia e insatisfacción.

El deseo de ser perfectas también se manifiesta en comportamientos poco saludables; las dietas extremas, el uso de productos nocivos y la práctica de ejercicios excesivos son formas para tratar de acercarse a ese ideal, que ponen en riesgo la salud física.

Movimientos como el “body positivity” y el “body neutrality” buscan desafiar los estándares de belleza tradicionales, promoviendo la aceptación del cuerpo; sin embargo, estas iniciativas también enfrentan críticas por cooptar mensajes de empoderamiento para fines comerciales.

La presión social por un físico perfecto es un fenómeno profundamente arraigado que sigue trascendiendo generaciones, mientras la industria de la belleza continúa lucrando con las inseguridades femeninas.

La educación sobre la salud mental y la importancia del autocuidado son factores fundamentales hacia la liberación de las expectativas sociales irreales. También es necesario establecer criterios legales para cirugías plásticas en menores de edad, incluso con autorización parental, que exijan evaluaciones psicológicas y supervisión de comités bioéticos.

 

Además, es crucial fomentar una cultura de aceptación, celebrar la diversidad y reflexionar sobre el impacto de lo que aportamos y consumimos en redes sociales. Finalmente, la verdadera belleza no es un estándar impuesto, sino una expresión personal única.

 

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