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jueves, abril 24, 2025

Infancias felices, adultos mejores

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Se aproxima el treinta de abril, día en el que conmemoramos a las infancias y, seguramente cambiaremos la foto de perfil de nuestras redes social por una de cuando éramos niños; también veremos mensajes y publicaciones de adultos evocando su infancia, con frases como “sí volviera a ser niño…” 

Añorar nuestra infancia es algo común, pues según los expertos en psicología de los 0 a los 6 años, se forman las bases de nuestra personalidad, es decir, que la manera de percibir el mundo e interpretar las situaciones se aprende en esta etapa, mientras que, en la adolescencia se consolida la identidad personal.  

Por lo tanto, la formación en primeros años de vida de un ser humano, será el factor primordial para determinar la clase de persona adulta que en un futuro será; de ahí la importancia de que nuestras infancias crezcan y se desarrollen en un ambiente libre de violencia. 

De acuerdo a la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), el castigo corporal y humillante contra la niñez, es todo aquel acto cometido en contra de niñas, niños y adolescentes en el que se utilice la fuerza física, o cualquier otro acto que tenga como objeto causar dolor o malestar, aunque sea leve, por su parte, el castigo humillante es cualquier trato ofensivo, denigrante, desvalorizador, estigmatizante, ridiculizador y de menosprecio. 

En México, la crianza responsable y afectiva es una tendencia creciente, sin embargo, el castigo corporal y humillante contra niñas, niños y adolescentes, una forma “educación” que aún está bastante arraigada en nuestro País. 

Lamentablemente, la violencia que sufren las infancias en el seno familiar, no es la única ni las más alarmante, el reclutamiento forzado de persona menores de edad a grupos criminales, se ha convertido en una de las situaciones más preocupantes que enfrenta la niñez en México, pues no solo, se convierten en soldados de una guerra en la que nadie deberían participar, sino que también son víctimas de un Estado que no es capaz de garantizar la protección de sus derechos humanos y de la opacidad y poca empatía de la sociedad ante las circunstancias. 

El crimen organizado, secuestra y obliga a niñas y niños a sumarse a sus filas, todos los días, pero también existen varios factores por los cuales los infantes se unen “voluntariamente” a estas asociaciones criminales. 

La pobreza, es uno esos factores y me atrevería a pensar que el primordial, ya que la incorporación a grupos armados puede garantizar comida diaria y un hogar para los más desafortunados, o, un ingreso seguro para solventar sus necesidades básica, o bien, convertirse en el principal medio de subsistencia para toda una familia. 

Otro lamentable factor es la venganza, muchas niñas, niños y adolescentes, son testigos algún tipo de violencia en contra de sus familiares y amigos, por lo que entrar a grupos armados puede ser la oportunidad de “vengar” a sus seres queridos. 

Además, los grupos delincuenciales, emplean estrategias cada vez más elaboradas y modernas para reclutar infantes, actualmente se valen de videojuegos, chats, servicios de mensajería y redes sociales, para atraer la atención de jóvenes con fines ilícitos. 

Por eso es primordial que los tres niveles de gobierno garanticen políticas púbicas que brinden una protección amplía a los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes e impulsen actividades como el deporte y las artes que propicien entornos de paz y seguridad evitando la participación de la niñez en la delincuencia organizada, ya que las infancias felices de hoy serán las y los adultos de mañana que hagan de México una mejor sociedad. 

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