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miércoles, septiembre 10, 2025

ChatGPT es mi mejor amigo

Recientemente, OpenIA, presentó GPT-5 como una gran actualización de la aplicación ChatGPT, con la promesa de mejorar significativamente, ya que soluciona problemas técnicos, incorpora inteligencia de nivel de doctorado y ofrece habilidades virtuosas.

Sin embargo, usuarios constantes de dicha aplicación plagaron las redes sociales de quejas que, sorprendentemente no estaban encaminadas a la efectividad del nuevo sistema, sino a su falta de calidez y empatía. “Es más técnico, más generalizado, y honestamente se siente emocionalmente distante”, escribió un usuario de Reddit.

Parece irónico decir que una IA, es emocionalmente distante ya que se trata de un robot y por ende no tiene sentimientos, pero la realidad es que cada vez más personas (principalmente jóvenes y adolescentes), afirman que ChatGPT es su mejor amigo.

En efecto, en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, las inteligencias artificiales se han convertido en compañía constante para millones de personas, lo que lleva a plantearme una pregunta inquietante: ¿estamos sacrificando la profundidad de nuestras relaciones humanas por la conveniencia de las interacciones digitales?

La IA, con su capacidad para ofrecer respuestas rápidas, personalizadas y sin prejuicios, ha transformado la manera en que interactuamos. Según un estudio de la Universidad de Stanford de 2024, el 68% de los usuarios de asistentes de IA reportan sentirse “entendidos” por estas tecnologías, un porcentaje que supera incluso a las interacciones con amigos cercanos, pues la IA no se frustra, no juzga  y está disponible 24/7, convirtiéndose en una alternativa más atractiva frente a las complejidades de las relaciones humanas.

 

Es decir, aparentemente una IA conversacional, tiene ciertas “ventajas” sobre la interacción humana, puesto que nunca se ofende, ni se enoja, no tiene crisis personales, no tienes que ponerte de acuerdo con anticipación para reunirte con ella, ni debes trasladarte a otro lugar para poder hablarle; y, además está diseñada para complacerte.

Esto es particularmente atractivo para las generaciones más jóvenes, que han crecido en un entorno digital y enfrentan tasas crecientes de ansiedad social, pues no tienen que enfrentarse al esfuerzo mutuo, compromiso y manejo de conflictos que generan las amistades humanas.

Pero, el reemplazo de amigos reales por IA tiene profundas implicaciones sociales. En primer lugar, está el riesgo de la desconexión emocional; las relaciones humanas, aunque imperfectas, son esenciales para desarrollar empatía, resiliencia y habilidades sociales. Si las personas prefieren la predictibilidad de la IA, podrían perder la capacidad de navegar las complejidades de las interacciones humanas, especialmente en un mundo donde la polarización y el aislamiento ya son problemas crecientes.

En segundo lugar, las empresas detrás de estas tecnologías recopilan datos masivos sobre las emociones y preferencias de los usuarios, lo que plantea preocupaciones éticas sobre la privacidad y la manipulación. Por último, está la cuestión cultural. En sociedades donde la IA se normaliza como sustituto de la amistad, ¿cómo redefinimos conceptos como la confianza, la lealtad o la conexión?

No se trata de satanizar a la IA, estas tecnologías pueden ser herramientas valiosas para enriquecer nuestra vida laboral; sin embargo, las implicaciones sociales de tenerla como “amiga”, pueden representar un peligro para la salud mental y dependerán de cómo decidamos usarla, si permitimos que sustituya las conexiones humanas, corremos el riesgo de un mundo más aislado y menos empático.

La IA puede escuchar, responder e incluso simular cariño, pero nunca replicará la profundidad impredecible de una amistad humana; la cuestión no es si la IA puede reemplazar a los amigos, sino si estamos dispuestos a sacrificar la riqueza de las conexiones humanas por la comodidad de un algoritmo diseñado para darnos siempre la razón.

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