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miércoles, noviembre 13, 2024

El día que Lalo Rivera negó a Sergio Salomón

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Impedir que a la gubernatura sustituta llegar alguien externo al equipo político del exgobernador Miguel Barbosa Huerta fue el objetivo mayor que la LXI legislatura operó de cabo a rabo. Ahora ya se sabe que la primera propuesta era doña Rosario Orozco Caballero y decidió transmitir la unción a Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

Quienes conocen al hoy gobernador sustituto saben de su amplia capacidad de negociación y generar acuerdos. Como presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política generó los equilibrios y consensos necesarios. Todas las bancadas tenían su espacio y todos eran escuchados. Incluidos aquellos que siempre se comportaron en una actitud belicosa.

Esa personalidad fue la que le permitió alcanzar un amplio consenso entre los legisladores, quienes se sumaron a la propuesta decididos.

Ahora también sabemos que las dirigencias nacionales del PAN, PRI, Morena, Partido del Trabajo y Verde fueron presionados desde la cúpula para que la designación del nuevo gobernador llegara desde el Palacio de Covián. Todos los coordinadores de bancada en el Congreso local resistieron valientemente la presión, a costa incluso de sus propios proyectos políticos personales.

Sin embargo, en el caso del PAN poblano la jornada se vivió de manera distinta al resto de las fuerzas políticas. Resulta que una vez que comenzaron a construirse los acuerdos, la propuesta inicial era que tanto el panismo como el PRI fueran juntos para demostrar su fuerza como coalición. La propuesta fue aceptada y comenzó su tránsito natural para darle vida.

El problema surgió cuando Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, dirigente estatal del PAN, cometió la torpeza de exigir que los acuerdos quedaran por escrito. La simple petición provocó que la idea de ir juntos como bloque se rompiera de inmediato. ¿Quién en su sano juicio exige la firma de un papel en medio de las negociaciones políticas que definen el rumbo de un estado?

Eso provocó que la presidenta estatal quedara al margen de las pláticas. Fue ahí que el edil Eduardo Rivera Pérez asumió la responsabilidad de las negociaciones. Entendido de que tener como gobernador sustituto a uno de los enemigos, léase principalmente Moisés Ignacio Mier Velazco, sería mortal para sus aspiraciones, entonces, se sumó a la propuesta de impulsar a Sergio Salomón Céspedes, pero pidió que Rosario Orozco avalara esa designación.

Lalo Rivera entró en comunicación con Julio Huerta, hombre de toda la confianza de doña Rosario y hoy secretario de Gobernación estatal, para validar los acuerdos. Una vez convencido de que había la fuerza suficiente para la unción del líder del Congreso del estado ofreció su apoyo.

Todo marchaba en la ruta adecuada, pero desde la Ciudad de México cayeron en cuenta que las cosas iban en sentido contrario a sus intereses. Fue cuando se activó la Operación Zopilote 2.0. Marko Cortés Mendoza, Alberto Anaya Gutiérrez, Alejandro Moreno Cárdenas, Karen Castrejón Trujillo y Mario Delgado Carrillo, líderes del PAN, PT, PRI, Verde y Morena, respectivamente, iniciaron la feria de las llamadas sicilianas a sus
representantes en Puebla para que acataran la instrucción que se les diera.

Teléfono en mano, Marko Cortés se puso en contacto con el alcalde Eduardo Rivera y le leyó la cartilla. Quienes han tenido acceso a los detalles finos de la trama nos cuentan que el munícipe se creyó San Pedro y negó en tres ocasiones cualquier acuerdo de tipo local y se ciñó a las instrucciones del Comité Ejecutivo Nacional. En otras palabras: traicionó su palabra empeñada.

Eso provocó que el edil fuera echo a un lado de las negociaciones para impedir una imposición desde el Palacio de Covián, ya que el líder nacional del PAN lo obligó a romper cualquier acuerdo que fuera en contra de las instrucciones de la Ciudad de México.

Fue allí que comenzó la tarde-noche de los celulares apagados. Nadie quiso atender las llamadas de Eduardo Rivera.

Al final pasó lo que todos conocemos: La LXI legislatura actuó con prontitud, ya que todo estaba listo para que 15 de diciembre el pleno de la Cámara de Diputados aprobara la licencia de Ignacio Mier Velazco y así pudiera asumir la gubernatura sustituta.

Un punto que no se ha dicho y que deja ver la realidad del panismo poblano actual es que, por primera vez, no les funcionó la estrategia del PAN Yunquista de las concertacesiones. Se olvidaron que aquí no es Baja California, Guanajuato o Chihuahua.

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