Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios.
Trama tercera: El mundo es un lugar malvado
Capítulo 11. Egos revueltos
Andrés Roemer, judío-mexicano, economista doblado de cónsul o embajador, publirrelacionista codicioso, abogado del diablo, salió a las diez de la noche del número 11 de la Rue Monsieur LePrince, el domingo 7 de marzo de 2021. Acababa de violar a una chica mexicana de diecisiete años, estudiante de literatura, sedicente poeta, francófila, amante de los Yardbirds (en la época de Eric Clapton y Jeff Beck).
Los hechos iniciaron horas antes, cuando Andrés Roemer, quien padece hipermetropía y astigmatismo —con leves signos de miopía y ojo seco—, la vio caminando sobre el Jardín de Luxemburgo, apodado familiarmente Luco, en la zona del Senado francés (VI Distrito de París), y la abordó hablándole del barón de Haussmann, quien, pese a ser abogado y músico, es padre de la urbanización periférica de la denominada Ciudad Luz.
Mientras hablaba, con esa pedantería que era hija de la soberbia y un ego robusto, Andrés Roemer revisaba los glúteos de la chica, así como los senos (frescos y rotundos como dos manzanas rojas), y le decía que le recordaba a Jane Birkin por el fleco y la cabellera lacia, y por la sonrisa terriblemente seductora que la actriz y cantante tenía a los diecisiete años de edad.
—¿Cuántos años tienes? —le preguntó en un francés a lo Gérard Depardieu.
—Diecisiete —respondió ella en español.
—¡Ahhh… mexicana!
—Sí. Y tú eres Andrés Roemer, el acosador de chicas. ¡El de la guarida en la Plaza Río de Janeiro!
Andrés Roemer tuvo un acceso de tos, sacó un pañuelo, se secó las babas del diablo, se limpió los lentes Caspian (con tecnología Ray-Ban de Meta), e inició una larga perorata que tuvo varias paradas.
La primera, en el restaurante griego Karavaki (en el número 7 de la Rue Gay-Lussac), donde comieron Moussaka (lasaña con berenjena) y bebieron dos martinis sucios (con Beefeater). La segunda, en un barcito de poca monta llamado “Lee Harvey Oswald”, donde Andrés Roemer convenció a la Jane Birkin mexicana (nacida en Zapopan, Jalisco) que todo lo que se decía de él eran mentiras.
—Pero el reportaje de El País de hace unos días es brutal. Hablan de que tenías una guarida donde llevabas a tus víctimas —dijo la chica.
—¡Mentira, nena, mentira! ¡Todo eso es mentira! —dijo al tiempo de secarse las babas del diablo por enésima vez.
(Continuará).