Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios
Trama sexta: El horroroso crimen del horroroso criminal
Capítulo 30. La impunidad tiene rostro de macho
Lucio la tomó del cabello, le dio un par de cachetadas y la quiso bajar por la escalera a la fuerza. Jose resistía entre gritos ahogados. Él estaba fuera de sí. Y con su fuerza la llevó entre nuevos y más vulgares insultos: “¿Sí sabes que eres una puta reprimida, amorcito? ¿Sí lo sabes, pendeja? ¡Hoy te voy a dar una lección inolvidable, pirujita de quinta!”. Y en ese momento, tras golpearla brutalmente, la lanzó por la escalera.
Minutos después, tras darse una ducha con agua helada, Lucio bajó a ver a Jose. La imaginó limpiándose las lágrimas y curándose los moretones. No fue así. Ella estaba inmóvil al pie de la escalera al tiempo que la sangre manchaba la alfombra beige. No eran unas gotas. Era un charco de sangre cargado de mucha hemoglobina. Respiró profundo. Le tomó el pulso. Las señales de vida eran débiles. Un quejido agudo acompañaba la escena del crimen. Lució respiró otra vez. Respiró como los yoguis, tal y como Pía Luna le enseñó. Entonces soltó un grito que despertó a medio vecindario. La versión, su versión, fue que Jose había caído sola por la escalera. La gente le creyó. Incluso los familiares y amigos de Jose que lo acompañaron al Hospital Angeles. Ahí estuvo tres días luchando por sobrevivir. No pudo. Luego de tres días de agonía su cuerpo colapsó. Nadie podía imaginar que Lucio, tan ligado al arte, fuese un asesino. Cualquiera menos Lucio.
El médico legista se negó a incinerarla: había huellas de golpes, no los que se dio Jose debido a la caída por la escalera. Otros golpes. Lucio estaba consternado. No dejaba de llorar. De pronto, sin decir nada a nadie, desapareció de Valle de Los Ángeles. Nadie volvió a saber nada de él. El legista confirmó sus sospechas: José fue golpeada antes de caer.
La Fiscalía abrió una carpeta de investigación en mayo de 2018. Lucio se convirtió en prófugo de la justicia. Cinco años después —en junio de 2023— por fin lo hallaron. Sin tener 60 años de edad y no haber acreditado una enfermedad crónico-degenerativa, fue enviado al Centro Penitenciario Temporal para Adultos Mayores, ubicado sobre la carretera federal a Izúcar de Matamoros.
El 10 de octubre de 2023, los abogados del feminicida alegaron que su cliente padecía hemorroides, causa que consideraban grave en aras de modificar la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa. La estrategia de que llevara el proceso penal en libertad fracasó. Un año después, en noviembre de 2024, se llevó a cabo una nueva audiencia. Un juez de control, pese a no contar con atribuciones para contradecir el dictamen, lo dejó libre. El cambio de medida cautelar incluye un brazalete electrónico. La muerte de Jose Galeazzi quedó absolutamente impune. El asesino anda suelto. Demasiado suelto.
(Continuará).