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martes, junio 17, 2025

Trama sexta: El horroroso crimen del horroroso Capítulo 28. Los pies descalzos de Afrodita

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Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios

Trama sexta: El horroroso crimen del horroroso criminal

Capítulo 28. Los pies descalzos de Afrodita

Lucio dejó de hacerle el amor a Pía Luna cuando sintió que sus nalgas operadas se habían vuelto más flácidas que la papada del Papa Francisco. Ella empezó a sentir el rechazo camuflado en pretextos inverosímiles.

—Me duelen las hemorroides, Pía. No me concentro

—¡Pues ya opératelas! ¿Qué esperas? Ve con el doctor Hugo Morales. Dicen que es buenísimo.

—Me da pánico que alguien me vea el culo floreado. Ya inventarán algún medicamento que las destruya.

Por esos días conoció a Jose. La vio con un grupo de amigas en la terraza del restaurante La Noria. Lo primero que encontró fue un rostro bronceado con leves, pero elegantes arrugas. Luego bajó la vista a su cuello. Era perfecto. Tenía la proporción adecuada entre su largo y ancho en relación con la cabeza y los hombros.

Luego bajó a los pies. ¿Qué esperaba? Unas sandalias blancas que hicieron juego con su vestido de lino. Y no. Lo que halló fue dos hermosos pies desnudos que jugueteaban al lado de las sandalias. En ese momento descubrió que tenía una erección como las que ya no le provocaba Pía Luna.

Jose sintió la mirada de Lucio y sonrió nerviosa. Él correspondió con un movimiento de cabeza y un guiño sobreactuado. Ella se sonrojó. Él atacó de nuevo brindando con su old fashion y su vermú 2 pe eme. Pía interrumpió el galanteo con una palmada en la espalda y un comentario vulgar: “Veo que ya no te arde el culo”.

Lucio se las ingenió para conseguir el celular de Jose. Esa noche le mandó un WhatsApp provocador: “Me encantaría pintar a la mujer más bella de Puebla”. Antes le dio contexto: “La vi hoy en La Noria y quedé deslumbrado. Me temo que he tenido un desajuste en las córneas ante su deslumbrante hermosura”. Ella lo dejó en visto, aunque durante días miraba el mensaje una y otra vez, y hasta lo compartió con sus amigas. Una de ellas le dio razón de Lucio con pelos y señales. Lo que no le dijo es que padecía esquizofrenia y hemorroides. Eso le habría ahorrado una agonía de tres días, ocho costillas rotas, y una fractura de fémur, muñecas, hombros y cadera.

(Continuará).

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