Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios
Trama quinta: ¿No sientes que el corazón se te ensancha al ver esto?
Capítulo 25. Un álbum familiar en el muro de Facebook.
La relación con Bécquer terminó. Los directivos de la Normal descubrieron que abusaba de Lucero, y no sólo lo despidieron, también lo boletinaron. Con el tiempo se supo que entró como profesor de Literatura en una escuela particular, de donde fue echado por abusar de una menor de edad.
La vida de Lucero entró en caída libre. En una excursión de estudiantes a Tepoztlán se acostó con dos de sus compañeros y con el chofer del autobús. Posteriormente, sedujo al novio de la ‘Chata’ y buscó a su padre para tener sexo con él. Éste ya abusaba de Gaby —la tercera de sus hijas— y empezaba a toquetear a la menor.
La ‘Chata’ se embarazó de su novio infiel y se casó con él. Lucero engordó, abandonó los estudios, se volvió profesora de primaria, tuvo un primer aborto de padre desconocido, y luego vinieron otros. A los treintaicinco años se casó de blanco con el novio plomero de la unidad habitacional de la CTM, donde vivían sus padres.
Hay varias fotos de Lucero el día de su boda en su cuenta de Facebook. En primer plano, aparece, gorda y sonriente, junto a la ‘Chata’ —embarazada de su tercer hijo— y sus maridos. Detrás de ellas están sus tíos Octavio y Lilí, y sus dos hijas. Al fondo se ven los rostros de la tía Ángeles, la enfermera, y su esposo, el albañil. Ambos portan anteojos oscuros.
En otra fotografía, Lucero está con Mamá Lucha, su abuela, y su tía Lupe, ya retirada de la prostitución debido a su edad. Hay una que destaca entre todas: en ésta sonríe a la cámara la familia García Rivera: Mario, Juanita, y sus hijas: Lucero, Rosalba, Gabriela y Perla. En medio de ellas, están sus padres. Las miradas de estas últimas tienen algo en común: la desolación y la tristeza metidas en dos cuerpos jóvenes. Juanita, su madre, tiene una mueca en lugar de sonrisa, y uno de sus ojos está echado hacia atrás debido a un derrame cerebral. Mario García Márquez no sonríe. Ve hacia la cámara con actitud huidiza. Y desde sus gorduras, Lucero y la ‘Chata’ parecen mirar en algún televisor a Camilo Sesto cantando “Mi buen amor” en “Siempre en domingo”, con Raúl Velasco.