Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios
Trama quinta: ¿No sientes que el corazón se te ensancha al ver esto?
Capítulo 23. La putita de la colonia
Cuando Juanita le contó a su mamá lo que estaba pasando en su casa, Lucero, quien ya tenía diecisiete años, fue enviada al edificio Ramón, en la calle Juan A. Mateos, colonia Sevilla, a dos cuadras del mercado de Jamaica. Además de su abuela, ahí vivían la tía Lupe —dedicada por las noches a la prostitución—, la tía Ángeles —una enfermera sombría de anteojos oscuros permanentes—, el esposo de ésta —un acosador de tiempo completo que no sabía leer ni escribir, y que se dedicaba a la albañilería—, y las hijas de la enfermera. En la azotea tenían una covacha su tía Lilí y su esposo Octavio.
Lucero estaba quebrada por dentro, pero no lo sabía. Las violaciones sistemáticas de su padre la habían hecho trizas. Eso le había cambiado el carácter y la actitud. Era una esquizofrénica capaz de llorar y reír de un momento a otro, y a la menor provocación. Se volvió melodramática y narcisista.
En menos de un mes pasó de los brazos de Jorge —un gandul varios años mayor que ella, que era novio de Rebeca, una vecina— a los brazos de Rolando: un tipo pervertido, pasado de kilos y de mañas. Con ambos aprendió a beber, a fumar, y a llegar al departamento que rentaba su abuela hasta el día siguiente. En varios momentos, Rebeca se peleó con ella al grado de golpearla y arrastrarla por el piso. Eso no fue inconveniente para que Lucero siguiera con Jorge, quien llegaba al edificio Ramón a bordo de un auto deportivo y con un vaso de brandy don Pedro en la mano.
Una noche, Rolando la obligó a beber hasta el desmayo, pero antes apagó un cigarrillo en su labio superior. La marca le quedó toda la vida. Jorge y Rolando la golpeaban después de tener sexo con ella, y la acusaban de ser una puta. Ella entonces lloraba y llegaba gritando a su departamento.
Un domingo por la noche, mientras su tia Lilí dormía a sus dos pequeñas hijas, Octavio, su tío, la besó. Dos días después, tuvieron sexo por primera vez en el baño comunitario de la azotea.
(Continuará).