26.7 C
Puebla
martes, mayo 13, 2025

Trama primera: Los consuegros. Capítulo 3. ¡Qué zonza eres, Yola!

Más leídas

Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios

 

 

Trama primera: Los consuegros

Capítulo 3. ¡Qué zonza eres, Yola!

 

Guadalupe estaba enamorada de Manolito Iberdrola, pero había algo en él que le generaba desconfianza. Así se lo dijo a Yolanda, su mejor amiga.

—¿Es muy borracho?

—No. Casi no toma. Pero sospecho que le gustan las drogas.

—¿Consume pastillas?

—Un poco. No mucho. Una vez fumó marihuana en un motel al que fuimos.

—¿Para que se le parara, Lupita?

—(Risas). ¡No! Fumó después de que hicimos el amor. ¡Qué zonza eres, Yola!

—¿Y van a vivir en Chichiquila?

—Él no quiere. Quiere que nos vayamos a Lomas de Angelópolis.

—¡Ay, sí, tú: la Pi-po-pe!

—(Risas). Voy a extrañar el pueblo. Sobre todo, el rancho, Yola.

—Regálame a tu “Lucero”, Lupita.

—¡Estás pendeja! Es mi yegua favorita.

—¿Y es muy platicador ese tal Manolito? Siempre lo veo jetón.

—Es muy callado. Casi no habla. Se la pasa fume y fume. Yo soy la que habla todo el tiempo.

—Se me hace que se la pasa pensando en la otra, Lupita.

—No seas mensa. Sus papás me juraron que yo soy la única en su vida.

Guadalupe había estudiado en la Ibero la carrera de Economía. Ahí también cursó el bachillerato. La primaria y la secundaria las hizo en Chichiquila.

Manolito era su primer novio en forma. Antes había andado con un vaquero muy joven, Andrés, que llegó a trabajar al rancho de su papá. Duraron poco tiempo. Matías los descubrió besándose una tarde en el Amel. Se puso furioso. Golpeó al muchacho hasta que se cansó. Guadalupe supo por Yola que con el tiempo anduvo de novio con una muchacha a la que asesinaron brutalmente: Amelia Martínez. Era una chica huérfana que vivía con una tía que echaba las cartas. Ella trabajaba y estudiaba. Quería ser doctora.

Cuando la encontraron destazada, los policías municipales detuvieron a Andrés sin tener ninguna prueba. Basaron sus conjeturas en un solo hecho: que era su novio.

Matías ordenó que lo trasladaran a su rancho y fue a verlo con un fuete en la mano. Lo golpeó durante media hora. Los policías lo interrogaron primero sin ningún resultado. Andrés sangraba por todos lados.

—¿Cómo la mataste, hijo de la chingada? —le preguntó a gritos el alcalde.

—¡Yo no la maté, don Matías!

—¡Pinche asesino de mierda! ¡Te voy a cobrar los besos que le diste a mi hija, pendejo!

(Continuará).

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img