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martes, julio 8, 2025

Trama Novena: No hables con extraños Capítulo 43. No viajes a Madrid

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Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios

Trama Novena: No hables con extraños

Capítulo 43. No viajes a Madrid

Liza Cocoletzi entró saludando a todos con grandes aspavientos. Casi a gritos. Moreno Valle se la presentó a Salinas y al resto de la mesa. Luego ella se fue a sentar con Bobó y Pimpinela, quien ya platicaba abiertamente con Andrés Roemer. La música de Matt Fax —Abenaki— sonaba a todo lo alto.

En una de sus idas al baño, Salinas se encontró a su sobrina y al rumano en el bar del Mochomos. Se hablaban al oído entre tragos y besos.

—¿No que se iban a otro lado? —les reprochó.

—Estamos en otro lado, en otra circunferencia. Estamos en la línea imaginaria que divide el mundo en dos hemisferios. Es decir: en el Paralelo 0, don Ricardo.

Salinas se acercó a la oreja de Mircea y musitó: “Conozco a los vividores como tú. Si te sobrepasas con mi sobrina te voy a cortar los huevos, hijo de la chingada”. Esta expresión la dijo con una sonrisa. Mircea lo tomó del cuello y respondió la bola: “Cuídese de pagar sus impuestos porque si no lo hace se irá al verdadero Paralelo 0. Ah, y cuídese también de su amigo: el que acaba de sufrir un doble infarto. Él lo va a hundir cuando llegue a la Presidencia de México. No hable con extraños”.

Salinas Pliego soltó una carcajada y se despidió de su sobrina de beso. “¡No dejes que este pendejo te orille a pagar la cuenta, hijita! Lo que beban es cortesía del gobernador de Puebla.

En ese momento, Bobó Gutiérrez entró al bar, saludó al grupo y le dio su tarjeta a Mircea. Y mientras Salinas Pliego regresaba a su mesa, Bobó les dijo a Loreto y al rumano que se tomaran un trago con ellos. Ella dijo “gracias, no”, y lo ignoró. Mircea alertó a Bobó: “Cuida a tu mujer porque Roemer te la va a quitar y se casará con ella. Y no estarás en la lista de invitados. Ah… Y no vayas a Madrid a los cuarenta años porque sería el último viaje de tu vida”. Bobó, absolutamente pálido, se echó para atrás y vio su heterocromía en la semioscuridad del bar. El ojo negro, normalmente apagado, brillaba más que el ojo verde. Mircea, babeando ligeramente, sacó una bolsita con polvo blanco, se la puso en la bolsa del saco y lo invitó a largarse.

Cuando Bobó regresó a su mesa, vio dos escenas que lo perturbaron: Edy Bueno y Lucio Quintana se hablaban al oído como si se besaran, y Roemer tenía las manos en las piernas de su hermosa Pimpinela.

(Continuará).

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