17 C
Puebla
miércoles, junio 4, 2025

Trama cuarta: La Casa de los Enanos Capítulo 17. Ojos que da pánico mirar

Más leídas

Nota del autor

Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios.

Trama cuarta: La Casa de los Enanos

Capítulo 17. Ojos que da pánico mirar.

Los padres de Patricia Rodoreda recibieron a Edy Bueno en su casa de La Vista. Desde el primer momento, el chef los deslumbró por sus modales y la gran conversación que tenía. Era un hombre culto y viajado. El falso Gauguin que reinaba en la sala reveló que Edy Bueno era adicto a la doble vida que podía llevar la gente: una vida licenciosa, cubierta de sombras, pero eso nadie lo pudo ver en ese momento. De haberlo hecho, se habrían ahorrado buenas sumas de dinero, dolor —mucho dolor—, y temporadas de bilis amarilla y del inevitable mar de lágrimas y lamentaciones.

Ante la mirada perdida de Patricia —mirada de admiración, amor y orgullo—, habló de cómo el banquero Gauguin lanzó su vida al vacío —incluyendo a su mujer blanca y a sus hijas— para escapar con la sirvienta gorda, negra y sensual, a la que había hecho su amante ya convertido en el gran pintor que fue. Lejos de escandalizarse, Pepe Rodoreda, el padre de Patricia, soltó una carcajada gozosa y propuso un brindis.

Ya en la mesa, Edy y Pepe hablaron del país, de López Obrador, del Barcelona, de Messi, de Andrés Roemer y de otro personaje oscuro con doble vida: Marcial Maciel. Pepe narró sus encuentros con él desde su condición de gerente regional de Banobras.

—Le dábamos brutales donativos. Jamás imaginamos que dentro de esa imagen de santo varón viviera un demonio.

La esposa de Pepe, doña Matilde, habló largamente de las obras pías que hacían los Legionarios de Cristo y de la mirada llena de nobleza del amado padre convertido en depredador sexual.

Una frase y una mirada lúbrica de Edy Bueno pudieron haberlo dejado al descubierto, pero nadie captó el doble lado sombrío de sus expresiones. De haberlo hecho, los Rodoreda seguirían siendo una familia feliz y dulce, ajena a la amargura que tanto los dañó. ¿Qué dijo? Que sólo el padre Maciel podría conocer la lascivia que hay en la mirada de Santa Teresa porque ambos estaban tejidos con el mismo estambre. Pero lo dijo con una mirada como la que tenía Charles Manson cuando confesó el asesinato de Sharon Tate, cometido en la residencia que Roman Polansky le compró a Doris Day en Cielo Drive, con ubicación en Benedict Canyon, Los Ángeles.

La comida culminó con unas copitas de Diznoko Tokaji, un vino de postres de la región de Tokaj, Hungría, dueño de una dulzura y complejidad excepcional, como la doble vida de Marcial Maciel, o la de Paul Gauguin y su sirvienta negra, o la del mismísimo Edy Bueno, amante de los postres, la buena vida, la ópera y las pollas de 19 centímetros.

(Continuará).

 

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img
PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com