Nota del autor
Los personajes que cruzan esta novela, incluso aquéllos que parecen reales, son absolutamente imaginarios
Trama primera: Los consuegros
Capítulo 1. Mil pa’ti, mil pa’mí.
Manolito llegó puntual a su boda en Atlixco, pero antes fue al departamento de Jimena, su amante, y le hizo el amor con desesperación, pésimo ritmo y dos o tres jadeos. Su padre prácticamente lo estaba orillando a casarse con la hija de su amigo: el presidente municipal de Chichiquila.
—¡Pero no la amo, pa! —se quejaba.
—¡Pus te chingas porque es mi socio y con él voy a ganar muchísimo dinero!
En efecto: el arquitecto Pepe Iberdrola ya había amarrado varias obras públicas pagadas a precio de oro, aunque el alcalde —Matías Chandón— le advirtió que la Ley de la Milpa no tenía marcha atrás. De cada peso que le pagara, cincuenta centavos serían para él.
—¡Mil pa’ti, mil pa’mí! —le dijo la noche en que Guadalupe, su hija, formalizó la boda con Manolito.
—Al final, logré que el puto me mochara nada más el veinte por ciento.
—¡Es un chingo, pa!
—Pus sí, pero me voy a desquitar con los materiales. ¿Quiere basura? Basura va a tener.
Una de las cosas que a Manolito le desagradaban de su futura esposa era que se llamara Guadalupe.
—¡Tiene nombre de mesera, uey! —le dijo Jimena muerta de la risa.
—(Risas) ¡No mames! ¡Tiene nombre de virgencita! —reviró él.
—(Risas) ¿Y es quinto, uey?
—¡No! ¡Ya la desvirgué!
Ambos fumaban marihuana cada vez que tenían sexo, y los ataques de risa eran bastante comunes. Jimena hablaba inglés y francés. Lupita, sólo español. Español de Chichiquila. Éste era un pueblo situado en las faldas del Citlaltépetl y significa “lugar donde abunda la hierba amarga”. Cuando se enteró de esto, Jimena no bajó a Lupita de yerbera y cosas por el estilo.
—¿Y cuando menos hay baños en tu Chichiquila, pendejo?
—(Risas) Ya no mames, Jime. Mejor saca zacatito pa’l conejito.
En el pasado, Pepe Iberdrola había hecho negocios con el papá de Jimena, pero éste lo acusó de haberle robado una millonaria comisión. En ese momento, Jimena y Manolito dejaron de verse en público para evitar la furia de sus padres, aunque el arquitecto sabía perfectamente que su hijo estaba muy enamorado de la chica, y la seguía viendo.
—¿Te dio agua de calzón o qué pedo, campeón?
(Continuará).