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sábado, junio 14, 2025

Sin Copa de Oro, no hay paraíso

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En un intento de preparación para el Mundial de 2026, se jugó contra dos selecciones de segundo nivel, en el entendido de que primer nivel es España, Argentina, Brasil, Francia y Alemania. La selección de Suiza le ganó a México y a USA, y Turquía le gana a USA y pierde con México.

En la selección mexicana parece que todos los planes y proyectos se hacen al vapor: se contrata a estas dos grandes selecciones, pero el técnico Aguirre no cuenta con sus mejores jugadores. Si su plan inicial era empezar a trabajar con la base, sobre la marcha lo tiene que cambiar y jugar el primer juego con lo que hay, y entonces su plan cambia al de ser observador para un futuro y ver más al jugador como individuo que al conjunto como equipo.

En el primer juego queda demostrada esta teoría, con un solo defensa de la línea de cuatro titular, con un mediocampo experimentando en la contención y, sí, con los dos puntas supuestamente titulares. En un planteamiento que prioriza la máxima seguridad, el peso del equipo recae en la zona baja y en la recuperación de la pelota. El equipo mexicano estaba muy cojo en esas zonas, y los cuatro goles en contra fueron normales.

Ya en el segundo juego, con una defensiva con más experiencia y una recuperación con un fijo y otro en el sacrificio, el equipo se vio mejor porque su cuadro bajo estaba más conjuntado. Aquí el único “pero” fue la actuación de Vega, jugador del que se esperan muchas cosas, pero que en selección desaparece. Al final, e improvisando, los dos juegos de alguna forma sí sirvieron.

La buena noticia es que sí se puede tener un cuadro con seis jugadores estructurales y que se tendrá que trabajar en los otros cinco: que serían el lateral derecho, con Sánchez o Reyes; en la recuperación, con Lira o Ruiz; por fuera, Orbelín, Vega, Alvarado o el “carrito chocón” Huerta (sus últimas ocho pelotas en las que intervino, chocó contra el rival, y eso no es poca cosa). Adelante tiene dos parejas, y al final será cuestión de gustos.

Tomando en cuenta los que iniciaron contra Turquía, más dos porteros, más los lesionados Vázquez, Ángulo y Luis Chávez, más Lira, Alvarado y Huerta, más Jiménez y Giménez, tenemos 21 jugadores y la lista tendrá que ser de 26. Faltarían cinco. Yo pondría a Romo y al “Chiquito” Sánchez, sumarían 23. Quizá al central Orozco, 24. Estarían completas todas las posiciones, con centrales que pueden jugar por fuera como Ángulo y Reyes, y contenciones que pueden jugar de centrales o medios pisando el área rival.

Uno de esos dos que faltarían, yo se lo daba a Fidalgo. No va a meter el gol de la clasificación, no va a tener el peso ofensivo del equipo, tiene que ser el Fidalgo que jugó y tuvo su mejor campaña al lado de Valdez; el que juega fácil, el que su pase suma a uno más en posesión, el que sirve de ayuda al compañero. Nada más eso. Las demás funciones que en este año le dieron en el América no sirven para el pensamiento de Aguirre. El 26 podrá ser un becado de alguien, un favor, uno que haga grupo carismático. En cancha sobraría su juego, pero en una concentración larga podría tener una función: es válido.

Después de estos pensamientos, la Copa de Oro no es experimento, se tiene que salir a ganar de principio a fin, con lo mejor que se tenga y lo más apropiado al sistema de Aguirre: 4-4-2 con pelota, 4-5-1 sin ella. Cualquier otro resultado no serviría. Los tiempos se vendrían encima, la prensa empezaría a especular, la nostalgia que se vende a los mexicanos en USA vía partidos de fútbol, cuantificados en derrama económica, sufriría un deterioro y, lo peor, las últimas ventas de publicidad de cara al Mundial, sin levantar la Copa de Oro, disminuirían mucho. Situación que a los dueños de la selección no les parecería en nada, por ser su objetivo principal. Con la copa en sus manos, alguna forma puesta en cancha de Aguirre, que guste o no, pero forma al fin, el Mundial y su resultado pasarán a segundo término; el negocio estaría hecho.

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