Lunes 26 de agosto del 2024. Serían las 11:40 o 50 de la mañana, cuando el futuro Gobernador, Alejandro Armenta, en su conferencia del lunes con los medios, me nombra Rector de la Universidad del Deporte.
Lo primero es agradecer que el futuro hombre más importante del estado confíe en mi persona para desarrollar un cargo que para mí y para la ONU, en su última sesión plenaria del 2023, reconoce que la mejor herramienta para combatir el NO buen vivir a nivel mundial es el deporte. Una vez que este tipo de organizaciones reconocen el valor del deporte y su desarrollo, y que a mí persona le encarguen dicha tarea, me llena de orgullo y de responsabilidad: no puedo quedar mal con mi persona, no puedo quedar mal con el que me nombre y, lo peor, no puedo quedar mal con mi estado: PUEBLA.
Claramente se nos dijo a los nombrados en diferentes áreas no hacer comentarios del puesto asignado. Esto no me pone barreras para platicar mi sentimiento de la gran necesidad que tiene el Estado de fomentar el deporte en todas las áreas y municipios, para todas las edades y para todos los géneros. Simplemente, ser el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en obesidad en gente adulta, a nivel mundial, es un foco de atención que en un futuro próximo el sistema de salud sufrirá un colapso muy grande si no se atiende este problema.
El 64 por ciento de los jóvenes entre 15 y 30 años son vulnerables. Esto se traduce a que la gente mala sí les está dando oportunidad de hacer cosas malas y el 60 por ciento de esos jóvenes no hacen deporte. Todas las virtudes que te otorga el deporte, ese porcentaje está ajena a ellas: la disciplina, la salud, el trabajar en equipo, el ser solidario, el saber competir, el levantarte después de una derrota, remendar el tejido social roto, el saber estar en familia en cualquier actividad que desarrolles, este porcentaje de jóvenes están creciendo sin que nadie les acerque estos dones y yo soy enemigo de eso; quiero que mis hijos, mis nietos, mis paisanos poblanos y mi querido México use esta herramienta sencilla de poner en práctica, pero muy difícil en pensar en ella.
En verdad, el título del nombramiento no me hace ni más ni menos: yo soy el Chelis y ese es mi único título. Así me reconoce la gente en la calle y ese será mi motor para realizar la encomienda.
Dios me dio mil defectos, difíciles de componer, “Chango viejo no aprende maroma nueva”. Pero también me dio dos virtudes: el saberme acercar a la gente y el poder convencerlas de algo bueno para ellos. Con esas dos armas saldré a los 217 municipios.
Les aseguro que todos recibirán la propuesta contentos y lo más importante, cooperadores.