En la Sección 23 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) comenzó la guerra por la secretaría general y, si es que no existe mano negra o fraude, Víctor Ortiz Flores se perfila como el favorito de la contienda debido a que cuenta con el respaldo del grueso de los liderazgos con mayor penetración en la entidad. La candidatura del joven profesor surgió a raíz de un ejercicio interno de pesos y contrapesos. Interesado en que su sucesión no fuera un desastre, el dirigente saliente Alejandro Ariza Alonzo sentó a todos en la mesa y les pidió recorrer el estado a fin de conocer de primera mano quién de los cuatro perfiles con mayores posibilidades contaba con el principal respaldo de la base. Ortiz Flores, así pues, recorrió el estado junto con Eliuth Bravo González, secretario de Vivienda; Omar Momox Sánchez, secretario de Prestaciones Económicas, y José Trinidad Padilla Mora, cabeza de la coordinación de Negociación Salarial. Los cuatro fantásticos, como les comenzaron a llamar, pactaron unidad y que ganara el que mejor penetración tuviera. Sin este ejercicio, la sucesión en el SNTE 23 sería en este momento una auténtica batalla campal y hubiera pulverizado a todos los liderazgos. Obviamente, en ese escenario, quien llegara a la secretaría general saldría de un proceso sumamente desgastante y no tendría garantizada la gobernabilidad de su gestión. Si de algo se puede culpar a este grupo de maestros es de actuar con sensatez. Algunos comenzaron a asegurar torpemente que se trata de una elección dirigida y que Ariza Alonzo trata de imponer a su sucesor, pero es falso. Quienes conocen el magisterio saben que la política en este sector está hecha de otra hechura a la política normal. Al interior del sindicato la lucha por el poder es más cruenta que la lucha externa. De ahí que es casi imposible que alguien se puede imponer por sí solo. Más que una imposición, la suerte del nuevo dirigente está en su inteligencia de sumar apoyos, convencer y negociar. El nuevo escenario sindical llevó a los verdaderos factores de poder o liderazgos de la Sección 23 a mantenerse unidos a fin de no perder el sindicato por ambiciones personales. Fue así que Víctor Ortiz fue el ganador de este inédito ejercicio. Hay una nueva condición en el SNTE, nunca había enfrentado una elección por voto directo y secreto, así que la mejor estrategia era aglutinar a las verdaderas fuerzas magisteriales so pena de que este grupo de maestros —que desde hace algunos años llegaron a refrescar al magisterio ante el cacicazgo de los Cupertinos y los hijitos putativos de La Maestra— consiguieran regresar al poder. Del otro lado de la contienda se encuentra José Luis Morales González, secretario de Finanzas del SNTE 23, quien ha logrado aglutinar a los liderazgos resentidos e inconformes con la nomenclatura magisterial que arribó al poder desde hace más 16 años. Ha logrado que de su lado estén hombres con carteras importantes como es el caso de Feliciano Marín del Rivero, secretario de Trabajo y Conflicto de Primarias, el cual aglutina al 70 por ciento de la base sindical. La gran pregunta es si a Morales González le alcanzará para sumar los votos necesarios. Y también inicia la contienda con una duda hacia todos los sectores que no simpatizan con él: ¿Tendrá la madurez de reconocer una derrota o apostará por judicializar y conflictuar la elección?