El nivel de relaciones y la capacidad de gestión es lo que marca el nivel de un funcionario público. Hay quienes simulan que gestionan, pero todo lo dejan a medias. Otros prometen y prometen y no cumplen. Unos más dicen que lo van a hacer y no concretan nada. Olivia Salomón Vibaldo es un caso excepcional. Para empezar, no es política. Su vida estuvo construida en la iniciativa privada en la que sumó éxito tras éxito. La secretaria de Economía estatal, sin exagerar, es la gran creación del gobernador Miguel Barbosa Huerta. La sacó del ámbito empresarial (en el que, por cierto, tenía su vida resuelta y goza de un amplio reconocimiento del empresariado por su calidad humana, lealtad y profesionalismo) para colocarla en uno de los cargos prioritarios de cualquier gobierno del estado: el cuidado de la economía, la atracción de inversiones, la gran fomentadora, vendedora y vocera de la entidad en el mundo. En tres años, sin embargo, una mujer que por primera vez se internaba en el mundo de la administración pública rápidamente dio resultados. No fue gratuito. Para ello nunca olvidó un principio fundamental: seguir y obedecer la guía del mandatario estatal, entenderlo en su visión de estadista y traducir todo eso en golpes magistrales que favorezcan a Puebla. Los meses trajeron aprendizaje, trabajo constante, retos impensables (la pandemia, por ejemplo) y, a partir de ahí, la amistad de Olivia Salomón con la familia Barbosa Orozco tomó el cauce de quienes se quieren bien. Eso no hubiera sido posible si es que no existiera otro punto medular: la lealtad. La secretaria, desde su época empresarial, supo navegar en el mundo de los tiburones de la IP y logró granjearse su confianza y amistad. Los años pasan y sigue conservando amistades. Con el gobernador Miguel Barbosa el asunto es más profundo: al respeto, amistad, aprendizaje y admiración que siente por él se suma la lealtad a prueba de balas. La semana pasada, Olivia Salomón acabó de dar un cuadrangular con la casa llena al lograr que el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, visitara Puebla y dedicara un día completo a celebrar sesiones de trabajo y un networking con emprendedores y empresarios poblanos. Fue una visita redonda. Allí, por ejemplo, se concretaron proyectos conjuntos en materia de inversión, educación, gestión empresarial. Pero la joya de la corona fue el reconocimiento del político estadounidense sobre las excelentes condiciones de seguridad de la entidad, en todos los sentidos, para los inversionistas. Palabras más, palabras menos dijo que si hay un lugar en México que reúne las condiciones para hacer negocios e invertir, ese es Puebla. Golpe magistral. Si se dijera de otra forma, entonces, se debería afirmar que Olivia Salomón, su perfil nuevo y fresco, es la muy afortunada creación del hombre que despacha en Casa Aguayo.
EL VENDEDOR DE PIÑAS
El hijo del exgobernador Mariano Piña Olaya, Juan Pablo, aquel que se hizo famoso como asesor de Rafael Moreno Valle en el caso Chalchihuapan, anda muy diligente operando para el presidente del Poder Judicial de Puebla, Héctor Sánchez Sánchez.
Bien a bien no se sabe qué quiere, si Héctor lo llamó o él se ofreció, pero se ha convertido en su gestor de asuntos oscuros, o esa impresión da. Contrario a como dice el dicho, “no vendes piñas”, Juan Pablo pareciera haberse sumado al equipo del vapuleado magistrado, tan señalado últimamente por negar el derecho humano a la justicia y defender a sus amigos.
TEJIDO FINO EN EL SENADO
Con extremo sigilo y prudencia, el senador Alejandro Armenta cabildea en estos días con sus 59 compañeros y compañeras del Grupo Parlamentario de Morena si apoyo, porque aval se supone que ya está planchado, para ocupar la Mesa Directiva del Senado de la República. Se trata de que haya armonía para que el morenista tenga un ejercicio pleno. Es cuestión de días para saber si fructificó si labor.