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jueves, noviembre 21, 2024

No adelantar escenarios

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Tanto el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina como la directora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, han tenido que salir a hacer frente a las ansias de algunos reporteros a quienes les urge conocer cuántas personas que viven en la zona de riesgo del volcán Popocatépetl deberán ser evacuadas ante el incremento de la actividad del coloso y el cambio del semáforo a Amarillo Fase 3. La petición expresa ha sido: No adelanten escenarios. Ambas autoridades tienen razón. No es necesario apresurar las cosas nomás porque así se desea, lo que debe prevalecer es la prudencia y la información veraz. Laura Velázquez incluso tuvo que ser muy honesta y clara: No hay un número definido porque nadie sabe qué va a pasar. A la simplicidad del ansia reporteril, una respuesta contundente. Si los reporteros insidiosos leyeran un poco, sabrían que la fase que atravesamos es netamente preventiva y debe ir acompañada con la preparación completa en caso de la situación se torne más complicada. Si hicieran una revisión al comportamiento de Don Goyo en los últimos 29 años, entenderían la magnitud de la Fase 3. En este lapso ha habido seis declaratorias de este tipo (2003, 2012, 2013, 2019 y 2023) e incluso en 1997 se cambió el semáforo a Rojo Fase 1 sin que hubiera necesidad de evacuar a la población. La ausencia de preparación ha llevado, además, a que se coman ansias por un desalojo sin tener siquiera la dimensión que eso implica: el costo económico, social, humano. La incertidumbre, las penurias de las familias, la zozobra y el choque cultural. Un desalojo no es juego ni una graciosa operación. Desde el 21 de diciembre de 1994 —tras 70 años sin emisiones del coloso— a la fecha solo se han concretado dos desalojos y el último ocurrió el 15 de diciembre de 2000, pero implicó movilizar a más de 41 mil personas. En esa ocasión, Puebla venía de otro drama: El deceso de casi 300 personas en la Sierra Norte por lo que fue conocido como El Desastre de la Década, que no fue otra cosa que intensas lluvias que provocaron el desbordamiento de ríos, desgajamiento de cerros y comunidades sepultadas por aludes. A estos desesperados, bien valdría recordarles que la condición de Amarillo Fase 3 puede ser de tiempo indefinido. En el histórico del comportamiento del volcán, el periodo más largo fue en 2012 cuando los poblanos tuvimos que esperar 138 días hasta que el Comité Científico decidiera regresar el semáforo a la Fase 2. Ojalá y en las redacciones de esos sujetos haya alguien que les enseñe a ser profesionales.

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