Eduardo Rivera Pérez comenzó una abierta guerra en contra del gobernador Miguel Barbosa Huerta, a través de sus empleados en el Comité Directivo Estatal del PAN, encabezado por Augusta Valentina Díaz de Rivera y un sujeto que dice llamarse Marcos Castro. Uno de los triunfos que más presumió el alcalde de Puebla fue precisamente haberse hecho del control de la dirigencia estatal y hasta fue a levantarle la mano a sus empleados el día de los comicios panistas. Para nadie fue desconocido que desde Palacio Municipal se organizaron las operaciones ratón azul, tamal celeste y el carrusel santo Niño de Atocha para hacer ganar a Díaz de Rivera y el tal Castro. El munícipe llegó a tal grado a ufanarse de su triunfo que, través de sus corifeos, mandó a decir que era el nuevo mandamás del panismo poblano. Bajo esa lógica quedó claro que la dirigencia estatal operaría bajo instrucción de Rivera Pérez o bajo su anuencia. Un caso que la ultraderecha poblana ha tomado como bandera para golpear a la administración estatal es el de la Universidad de las Américas Puebla y Lalito El Yunquista pertenece a esa cofradía. Es por eso que el comunicado emitido por el CDE panista intentado hacer eco del burdo montaje de la revista Proceso -que pretende vincular al gobernador con la apropiación de los 720 millones de dólares de la Fundación Mary Street Jenkins- no debe tomarse como un asunto menor. Un tema tan delicado que ha llevado a la mafia de la Coparmex a abuchear y gritonear contra el mandatario debe abordarse con mucho oficio político y sirve para definir a los aliados y enemigos del inquilino de Casa Aguayo. ¿Será que Lalo Rivera fue hecho a un lado por Valentina y el tal Marcos para golpear a Miguel Barbosa? Si Lalo Rivera sabía del comunicado malo; si lo avaló peor, pero si lo rechazó y aun así fue difundido estamos frente a la confirmación de que el alcalde de Puebla es el empleado y quienes mandan están en otras partes. Por lo mientras, la única certeza que nos queda es que Valentina y el sujeto Marcos no dan un paso sin el consentimiento del edil.
El fondo de una disputa
El exsenador Roberto Gil Zuarth ofreció una entrevista al periodista Ciro Gómez Leyva, en la que desmenuza el conflicto que enfrenta por una serie de denuncias públicas -a las que calificó de refritos- y que ahora intentan manchar al gobierno del estado. El caso es interesante porque el panista anunció que presentará una denuncia penal en contra de Santiago Nieto Castillo por ser el artífice de la andanada en su contra. Pero Gil fue más allá al revelar que existe otro factor clave en esta actitud asumida por el defenestrado titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF): Carla Humprey. La exconsejera del INE fue esposa de Roberto Gil, pero se divorciaron y contrajo nuevas nupcias con Nieto Castillo. (La boda, como es sabido, fue un escándalo por la suntuosidad y le costó el cargo al otrora poderoso funcionario). El panista explicó que Humprey lo denunció por violencia política al impedirle, mientras estaban casados, de crecer en su carrera política, lo que rechazó tajantemente. Este conflicto de fondo es lo que tiene enconados a Nieto y Gil. El problema es que el extitular de la UIF ya comenzó a manchar a sus amigos en esta cruzada por la vendetta. De lo contrario, no nos explicamos el golpe gratuito de Proceso en contra del mandatario estatal de Puebla.
