La Real Academia de la Lengua Española define la palabra mentira como la “expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa” y Eduardo Rivera Pérez es su vivo retrato. El alcalde de Puebla fue interrogado por los reporteros sobre la decisión de un tribunal federal de desechar el amparo contra la designación de Sergio Salomón Céspedes Peregrina como gobernador sustituto, a lo que respondió textual: “Desde un principio yo tuve la convicción que tomó la decisión correcta el Congreso del estado, que está apegada a derecho, la verdad no tengo idea a quién se le ocurrió presentar este amparo, pero qué bueno que esta decisión que está apegada a derecho por parte del Congreso hoy es ratificada por parte de la justicia pertinente. No sé quiénes tengan ese interés de querer controvertir una decisión que está apegada a derecho, creo que lo importante es dedicarnos todos a trabajar en unidad y en equipo por el bien del estado, que dejen en paz la decisión que tomó el Congreso”. Y más aún: “Estoy convencido de que independientemente de la prontitud con lo cual se hizo, se hizo de manera adecuada”. Las palabras del munícipe contradicen por completo su actuación en aquellas horas en que las dirigencias nacionales del PAN, PRI, Partido del Trabajo y Morena pretendían imponer al gobernador sustituto y utilizar esa designación como moneda de cambio en el ajedrez político nacional. En esas horas aciagas, Eduardo Rivera actuó como siempre lo hace: como un auténtico timorato. La primera postura del alcalde fue respaldar la unción de Céspedes Peregrina, pero pidió que doña Rosario Orozco Caballero le confirmara que el entonces coordinador de la bancada legislativa local Morena contaba con su respaldo. Julio Miguel Huerta Gómez, ahora secretario de Gobernación estatal, fue el encargado de entrar en contacto con Rivera Pérez para planchar el asunto. Toda caminaba a la perfección, pero desde la Ciudad de México cayeron en cuenta que había una operación local que impediría una imposición externa. Fue entonces cuando Marko Cortés Mendoza, dirigente nacional del PAN, entró en escena y lo primero que hizo fue comunicarse con Eduardo Rivera, quien cobardemente negó tener algún tipo de acuerdo local. Eso llevó al líder panista a ordenarle que comenzara con el cabildeo para obligar a los diputados locales del PAN a que se ciñeran a las instrucciones del Comité Ejecutivo Nacional. Ahí fue cuando inició la operación de los celulares apagados. Al principio nadie le tomó la llamada al edil, pero después simplemente apagaron sus móviles. El alcalde quedó en ridículo en su operación para impedir que Sergio Salomón Céspedes fuera ungido como gobernador sustituto. Se quedó más solo que un panista extraviado en una convención de Morena. Por eso ahora que Eduardo Rivera manifiesta su respaldo público al mandatario estatal no deja de provocar náuseas el nivel tan bajo de política que hiede del Ayuntamiento de Puebla.
¡ESE APOYO SÍ SE VE!
A más de un cholulteca le sorprendió encontrarse en el pleno zócalo de San Pedro Cholula a un conocido empresario ligado a un famoso table dance de nombre caótico. El sujeto de marras, según nos cuentan fuentes dignas de crédito, está en la mira por supuestos actos de tráfico de personas con fines de explotación sexual. ¿Sabrá la Red Plural de Mujeres que un sujeto de esta naturaleza es uno de los principales encargados de respaldar la denuncia de violencia política de género en ese municipio? ¡Qué feminista de parte del empresario teibolero!